sábado, 30 de mayo de 2009

FESTIVAL DE CANNES 2009

HANEKE EXPERTO EN EL HORROR, MUESTRA DONDE VIVE EL MAL
El mal tiene lugar en Cannes después de “AntiChrist” de Lars von Trier, hay ahora dos puntos resaltantes en la Competencia: "Das weiße Band" de Michael Haneke y la excelente "À l'origine" de Xavier Giannoli. Y el director Haneke ("Funny Games") por primera vez ventila su secreto del origen de la violencia.

La gran discusión en Cannes alrededor de la pregunta, si tiene que estar una película alemana en la competencia o no, puede ser finalmente contemplado, aún cuando el director Michael Haneke es austriaco y la mitad del financiamiento proviene de Austria, Francia e Italia, Una película alemana como "Das weiße Band" será difícil de dejarse encontrar.

Esto no yace puramente sobre que él ha filmado en Alemania con actores alemanes. Esto es, exceptuando la versión cinematográfica “Das Schloß” de Kafka (“El Castillo”, 1997), la única película de Haneke, la cual no transcurre en la actualidad, sino en 1913-14, en los últimos meses de paz antes de la Primera Guerra Mundial.

Este gran exterminio de población no podría distanciarse tanto a la vida pacifica de un pueblo en el norte alemán de la profunda llanura. La cámara muestra en uno el contraste penetrante del blanco y negro en toda la tranquilidad de los campos ondulantes sobre un horizonte sin fin, en el pequeño pueblo, donde no hay ni un centímetro de asfalto, y la bicicleta es el más moderno medio de locomoción, es todo como siempre fue y aparentemente continuará así los próximos 100 años.

Haneke no sería Haneke, sino incluyera lo maligno en este idilio fracturado. El doctor del pueblo sufre una importante herida al caerse de un caballo, causado por un alambre tirante sujeto entre los árboles, haciendo que el caballo cayera. No es el único acontecimiento misterioso, una obrera muere al trabajar con una sierra, una cosecha es destruida, un joven con discapacidad mental es cruelmente torturado.

El mal tiene lugar en Cannes. En “AntiChrist” de Lars von Trier (tres días y seis películas de la competición después, aún es el tema de todas las discusiones) posee una dimensión psicoanalítica e histórica, en la película sobre Ivan El Terrible: “Tsar” de Pavel Lungin va en aumento a partir de la fe supersticiosa, en “Kinatay” de Brillante Mendoza se entreteje del hastío moralista de la mega-ciudad y en "Drag me to Hell" de Sam Raimi existe, porque esto lo pintan en la pantalla simplemente cool, abriendo la garganta del infierno.

"Das weiße Band" es el otro caso, la repentina intrusión del mal estaba -desde “Benny’s Video” hasta “Caché”- siempre una constante en la obra de Haneke. El austriaco siempre ha evitado dar explicaciones, Las explicaciones que han tratado de dar esos dos comedidos monstruos en “Funny Games” han sido divertidas.

Haneke evita también finales con un significado. Aún hoy cuatro años después que los debates en Cannes empezaron, se escuchó diferentes teorías al respecto, de quién vienen los videos amenazadores en “Caché”. E igualmente al inicio de "Das weiße Band", el narrador dice - el profesor del pueblo - como los misteriosos sucesos de aquel entonces, incluso en retrospectiva aún comparecen.

Por el contrario Haneke sugiere a los espectadores una solución probable. Él está vez también brinda una explicación plausible para el origen a la violencia, Se declara en la obra desde la primera hasta la última escena vista en la pantalla.

En este pueblo podemos encontrar la no santa coexistencia del idilio pastoral y las estructuras represivas. El amable doctor (Rainer Bock) que salva de la muerte por enfriamiento a unos pequeños niños, pero trata a su ama de llaves en una forma despreciable.

El respetado hacendado (Ulrich Tukur), que celebra la fiesta de la cosecha sin escatimar en gastos y se beneficia de su posición desconsideradamente. El devoto pastor (Burghart Klaußner) que se preocupa por sus ovejitas, y también propina castigos sin medida a su joven hijo, en las noches ata las manos al costado de la cama, la hija debe llevar una cinta blanca en el cabello, como recordatorio de la virtud, lo blanco, senda de la cual se desviaron.

Ahora es el pensamiento sumiso a la autoridad como una explicación para la Primera (y Segunda) Guerra Mundial muy lejos de ser novedoso, desde el “tema” hasta “en el occidente no hay nada nuevo"; no obstante difícilmente nunca lo hemos visto así analizadas en las más pequeñas unidades del pueblo y de la familia-comunidad. La película está ausente sin embargo de la fuerza hipnótica del mejor Haneke, sin embargo, el estilo del filme por limitado en su conjunto, parece mejor funcionar mejor como un gran tableaux.

Leer crítica en su versión original

AUTOR: Hanns-Georg Rodek
FUENTE: Die Welt
FOTO: Les Films du Losange
TRADUCCIÓN: Ruth Patricia Ramos
EDICIÓN: Emanuel Ramos

lunes, 25 de mayo de 2009

FESTIVAL DE CANNES 2009

CRÓNICA FINAL DE ESTE FESTIVAL CANNOIS DEL ESPAÑOL CARLOS BOYERO
Palma de Oro a la lucidez de Haneke

La presidenta del jurado de la sección oficial era Isabelle Huppert, esa enorme e inquietante actriz especializada en personajes turbios. El director Michael Haneke le ofreció en La pianista uno de los más memorables de su brillante carrera y ella correspondió al regalo bordando a aquella atormentada masoquista. La química era torrencial entre los torturados universos del creador y su actriz. Consecuentemente, lo más lógico es que la Huppert se sintiera predispuesta y fascinada por la película de Haneke Das weisse Band y que tratara de influir para que ésta se llevara la codiciada Palma de Oro. En cualquier caso, la mayoría de los espectadores que hemos asistido a esta nada exuberante edición de Cannes teníamos bastante claro que Das weisse Band era lo más perturbador, profundo y magnético que habíamos presenciado aquí.

Haneke disecciona los orígenes del nazismo haciendo el retrato de las tensiones, la violencia subterránea, las disimuladas taras, la podredumbre moral que habita en un pueblo de la Alemania del norte en los años anteriores a la primera guerra mundial. Se centra obsesivamente en el mundo de los niños, educados en el autoritarismo, la hipocresía de las normas de conducta, el castigo implacable y el miedo. Muestra con la acerada frialdad que caracteriza su cine las relaciones de poder que establecen los adultos, regidas por la corrupción, y la ocultación de las miserias y su influencia en los críos, que utilizan como espejo ese modelo para juegos perversos en los que está abierta la veda para machacar a los débiles, en los que la fuerza justifica todo tipo de ignominias. Haneke construye con densidad emocional y una atmósfera desasosegante un microcosmos del horror, cuyas consecuencias se dan pavorosamente evidentes cuando esos niños se hagan mayores y encuentren el refugio de una ideología en la que volcar sus frustraciones, su ira y sus viejos fantasmas. Lo que observamos, escuchamos e intuimos en Das wisse Band te impresiona, te revuelve y se agiganta al recordarla.

El gran premio del jurado a la película de Jacques Audiard Un profeta supone el reconocimiento al cine narrativo y de suspense, al que te mantiene en vilo en el espacio claustrofóbico y asfixiante de una cárcel, regida por los mismos mecanismos del mundo exterior, o sea, por la eterna lucha de clases. Audiard dispone de un guión complejo al que dota de imágenes con fuerza. Está muy lograda la descripción del aprendizaje para sobrevivir en esa jungla humana de un chaval árabe, analfabeto y vulnerable, que se pone al servicio de la mafia corsa, el tributo de humillación y de degradación que tendrá que pagar, la dolorosa recuperación de sus señas de identidad.

Se supone que la película de Tarantino Malditos bastardos la protagoniza Brad Pitt, pero cuando ésta alcanza auténtico atractivo y gracia es cada vez que aparece un sibilino coronel de la SS con la misión de cazar judíos. Ese inolvidable villano está maravillosamente interpretado por Cirstoph Waltz. Es muy positivo que hayan concedido el galardón a un actor que aparentemente ejerce de secundario, que roba el plano a la estrella y al que estás deseando ver y oír. Charlotte Gainsbourg se mete en la piel y en el desquiciado cerebro de una mujer poseída por el diablo en la ridícula provocación y el exceso gratuito que pretende el genialoide Lars von Trier en Anticristo. Es el tipo de papel histriónico que siempre entra en la quiniela de los premios. Y ella se presta encantada a hacer todas las barbaridades que le exige el demente director. Su recital de griterío, gestos enloquecidos, sadismo y automutilación, más el meritorio esfuerzo de andar desnuda por un bosque, se ha visto recompensado por el jurado. Que le aproveche.

En el terreno de los disparates está el premio al mejor director al filipino Brillante Mendoza, cuya mayor audacia consiste en oscurecer la pantalla hasta el extremo de que los espectadores sólo podemos intuir lo que está ocurriendo. Kinatay dedica dos horas interminables al rapto, tortura y despedazamiento de una puta que llevan a cabo los chulos, a los que acompaña un estupefacto y aterrado aspirante a policía. Poseer certificado de rarito y de exótico, utilizar un lenguaje experimental para contar algo de forma ininteligible, ayuda mucho en el palmarés de los festivales.

Tampoco entiendo los criterios de calidad en los que se basa el premio al mejor guión a la china Spring fever, retrato caótico de la pasión erótica entre un señor casado y un chico muy moderno de Nankin. Tal vez lo hayan hecho para reconocer la valentía del director Lou Ye por algo tan transgresor en el cine chino como mostrar a dos hombres haciendo todo el rato malabarismos sexuales, pero de ahí a pensar que es un relato bien urdido supone un injustificable anacronismo. Igualmente sigo sin pillarle el punto artístico al cura coreano que se transforma en vampiro en Thirst, dirigida por Park Chan-Wook, alguien tan imaginativo en los planteamientos como tosco en los desarrollos. Mi incomunicación con el cine oriental, con algunas gloriosas excepciones, es tan ancestral como lamentable. Nunca acabo de comprender lo que pretenden contarme. La culpa es de mi embrutecida sensibilidad occidental.

Ha sido un certamen grisáceo y decepcionante, aunque abundaran los directores con pedigrí. Algo preocupante ya que Cannes puede elegir lo más exquisito del mercado. No han aparecido esas películas que dejan con la boca abierta al personal, algo que hace casi siempre memorable al rey de los festivales. Si esto es lo mejor que puede exhibir el cine actual, habrá que pensar que ha pillado la gripe. Ojalá que se recupere pronto.

AUTOR: Carlos Boyero
FUENTE: El País
FOTO: Reuters

FESTIVAL DE CANNES 2009

El CRÍTICO DE CINE ARGENTINO DIEGO BATTLE, DESDE LA CROISETTE HACE UN RECUENTO FINAL DE LO QUE FUE CANNES 2009
Los apuntes personales a modo de balance y el top 30 del festival

The White Ribbon, regreso al cine alemán de Michael Haneke, con el retrato de una comunidad protestante poco antes del inicio de la Primera Guerra Mundial, se quedó con la Palma de Oro de la 62ª edición del principal festival del mundo. Aquí van 20 impresiones personales que dejó la cobertura y las 30 películas que valieron la pena en estos 12 días de buen cine, negocios, glamour y reencuentro con amigos de todo el mundo.
20 apuntes para un balance

1. Con 43 películas vistas sobre un total de 80 entre las secciones oficiales y la Quincena de Realizadores (no cuento la Semana de la Critica, cuya influencia suele ser poca) el balance, además de obviamente subjetivo, es muy parcial. Vi las 20 de competencia, 5 de las funciones especiales fuera de concurso, 9 de las 20 de Un Certain Régard y sólo 9 de las 24 de la Quincena de Realizadores.
2. Hecha la aclaración, considero que el nivel artístico general de este año fue entre bueno y muy bueno (siguiendo con las calificaciones que tanto incomodan o enojan a varios lectores, le pondría un puntaje promedio general de 7,5).
3. Sin entrar en contradicción con el punto anterior, creo que hubo pocas sorpresas. Me perdí varias de la Quincena (incluída la que para muchos fue la “sensación” de este año J’ai tué ma mère, del canadiense Xavier Dolan), pero hubo pocas de esas películas de directores desconocidos que todos recomiendan con entusiasmo en los pasillos, filas y cafés.
4. En cambio, muchos directores que ya habían pasado por Cannes ratificaron por qué están entre la élite de la cinefilia internacional.
5. Me sorprendió una vez más (ya van tres o cuatro años seguidos) el gran nivel de Un Certain Régard: ninguna de las 9 películas que vi me disgustó y las dos mejores (Porumboiu y Raya Martin) se vieron allí.
6. La Quincena apostó –y no le fue mal- por cuatro grandes ejes: la nouvelle vague de Québec (tres películas), las comedias indies norteamericanas (tres títulos), los consagrados (Hong Sang-soo, Pedro Costa, Luc Moullet) y, claro, el habitual mix entre novatos y veteranos franceses.
7. La selección oficial se jugó mucho por los géneros (terror, comedias, acción, thrillers) y, en ese sentido, se pudieron ver buenos films de Jacques Audiard, Quentin Tarantino, Sam Raimi, Park Chan-wook, Brillante Mendoza, etc.
8. La competencia principal tuvo tres elecciones vergonzosas (Gaspar Noé, Lars Von Trier e Isabel Coixet) y al menos otros films menores (Lu Ye, Ang Lee y Ken Loach). De todas maneras, el saldo no es malo, aunque faltó un poco más de riesgo.
9. El cine rumano, a pesar de haber sido relegado a Un Certain Régard, volvió a lucirse con Porumboiu y con el film colectivo liderado por Mungiu.
10. Muchos hablaron de una mala performance del cine coreano, pero a mí las películas de Park Chan-wook, Hong Sang-soo y Bong Joon-ho, sin ser las mejores de sus respectivas carreras, me gustaron mucho.
11. Si Rumania, Filipinas o Corea ratificaron su estatus de cinematografías de moda, la Argentina -que había sido una vedette en 2008- retrocedió este año por lo menos un par de casilleros. Preocupante y, esperemos, transitorio.
12. Si bien Colombia, Uruguay, Chile, Brasil y México sí tuvieron largometrajes en varias secciones, no fue un buen año para el cine latinoamericano. Más allá de algunas buenas críticas, no hubo “ruido” ni premios para las representantes de la región.
13. Aunque no es de lo mejor de Pixar, la apertura con Up en digital 3D me pareció un hallazgo (no se olviden que aquí inauguraron engendros como El Código Da Vinci, Fanfan La Tulipe o Ceguera). Además, los productores nos invitaron a la fiesta de apertura (lo que no suele ocurrir con periodistas tercermundistas).
14. Tokio es una hermosa y “cinematográfica” ciudad, pero Coixet y Noé se encargaron de “afearla” hasta casi ridiculizarla. Algo similar ocurrió con la Buenos Aires de Tetro.
15. Llamó la atención la creciente globalización de la industria francesa. Algunos ejemplos: produjo a Johnnie To y a Tsai Ming-liang con protagonistas franceses, pero también Raya Martin y las comedias indies estadounidenses que programó la Quincena tuvieron financiación mayoritaria por parte de los franceses. De todas formas, los directores estrictamente franceses también regalaron en general muy buenas películas.
16. La Quincena tuvo a Francis Ford Coppola y a Jim Carrey en su sótano. Un par de gustos que se dio Olivier Père en su despedida como programador de la sección.
17. Hubo bastante menos gente en el festival y en especial en el mercado (las distintas fuentes hablan de entre un 4 y un 15 por ciento menos, yo adscribo más a la segunda). Hubo menos profesionales de Estados Unidos y Asia, los negocios decayeron, pero la ciudad estuvo mucho más “vivible”. Había lugar en todas las funciones (salvo en las de Tarantino), en todos los bares, restaurantes y hasta en algunos hoteles.
18. Me pareció bastante pobre la cobertura que este año hizo el diario Le Monde, que en general le dedicó apenas dos páginas al festival, mientras que Libération se consolidó como “el” diario de referencia. A pesar de la profunda crisis financiera que atraviesa el matutino de izquierda, le dedicó un promedio de 7 páginas sobre las escasas 40 de que dispone cada día (más que a las secciones de política nacional e internacional).
19. Mis felicitaciones a Roger Alan Koza (alias “el hombre que nunca duerme”) por la cobertura en su blog "Con los ojos abiertos" y a Diego Lerer (se lo extrañó) por su titánico seguimiento de los puntajes que le enviamos varios colegas en "Micropsia".
20. Un agradecimiento final al festival por invitarme a un hotel tan hermoso y bien ubicado como el Cavendish, fue una gran comodidad y, lo sé, también un enorme privilegio.

El top 30 pesonal del festival
1- INTERMEDIAR POLICE, ADJECTIVE (Rumania), de Corneliu Porumboiu (Un Certain Régard)
2- INDEPENDENCIA (Filipinas), de Raya Martin (Un Certain Régard)
3- UN PROPHÈTE (Francia), de Jacques Audiard (Competencia oficial)
4- YUKI & NINA (Francia-Japón), de Nobuhiro Suwa e Hippolyte Girardot (Quincena de Realizadores)
5- JAL ALJIDO MOTHAMYEONSEO LIKE YOU KNOW IT ALL (República de Corea), de Hong Sang-Soo (Quincena de Realizadores)
6- NE CHANGE RIEN (Francia-Portugal), de Pedro Costa (Quincena de Realizadores)
7- DAS WEIßE BAND THE WHITE RIBBON (Alemania-Austria), de Michael Haneke (Competencia oficial)
8- UP (Estados Unidos), de Pete Docter (Funciones especiales)
9- LA PIVELLINA (Italia), de Tizza Covi & Rainer Frimmel (Quincena de Realizadores)
10- GO GET SOME ROSEMARY (Estados Unidos-Francia), de Josh y Benny Safdie (Quincena de Realizadores)
11- VENGEANCE (Hong Kong-Francia), de Johnnie To (Competencia oficial)
12- MOTHER (Corea), de Bong Joon-Ho (Un Certain Régard)
13- VINCERE (Italia), de Marco Bellocchio (Competencia oficial)
14- NANG MAI NYMPH (Tailandia), de Pen-Ek Ratanaruang (Un Certain Régard)
15- LA TERRE DE LA FOLIE (Francia), de Luc Moullet (Quincena de Realizadores)
16- TALES FROM THE GOLDEN AGE (Rumania), de Cristian Mungiu, Hanno Höfer, Razvan Marculescu, Constantin Popescu e Ioana Uricaru (Un Certain Régard)
17- BAK-JWI THIRST (República de Corea), de Park Chan-Wook (Competencia oficial)
18- INGLOURIOUS BASTERDS (Estados Unidos), de Quentin Tarantino (Competencia oficial)
19- DRAG ME TO HELL (Estados Unidos), de Sam Raimi (Funciones especiales)
20- LES HERBES FOLLES (Francia), de Alain Resnais (Competencia oficial)
21- LE PÈRE DE MES ENFANTS (Francia), de Mia Hansen-Love (Un Certain Régard)
22- I LOVE YOU PHILLIP MORRIS (Estados Unidos-Francia), de Glenn Ficarra & John Requa (Quincena de Realizadores)
23- LOS ABRAZOS ROTOS (España), de Pedro Almodóvar (Competencia oficial)
24- A L’ORIGINE (Francia), de Xavier Giannoli (Competencia oficial)
25- VISAGE (Francia-Taiwan), de Tsai Ming-Liang (Competencia oficial)
26- KÛKI NINGYÔ AIR DOLL (Japón), de Kore-eda Hirokazu (Un Certain Régard)
27- IRÈNE (Francia), de Alain Cavalier (Un Certain Régard)
28- FISH TANK (Gran Bretaña), de Andrea Arnold (Competencia oficial)
29- KINATAY (Filipinas), de Brillante Mendoza (Competencia oficial)
30- THE TIME THAT REMAINS (Palestina-Israel), de Elia Suleiman (Competencia oficial)

domingo, 24 de mayo de 2009

FESTIVAL DE CANNES 2009

“DAS WEIßE BAND”: VIOLENCIA Y BUCLES RUBIOS EN LA ALEMANIA PURITANA
Es en un blanco y negro espléndido que se desarrolla esta película impresionante e implacable

Un pueblo de Alemania del Norte protestante, a víspera de la Primera Guerra Mundial. Ahí se sobrevendrán extraños acontecimientos, a propósito de los cuales “muchas cuestiones se quedan sin respuesta”, nos dice el narrador, un ex maestro de escuela que se ha vuelto viejo. No es necesario contar con el cineasta (y autor de la guión original) para disipar estos enigmas. Los epílogos en descifrado pedagógico a la Hercule Poirot no tienen derecho de ciudadanía en las películas de Michael Haneke, que lo conduce hacia que el espectador haga su propia lectura, sin que ninguna interpretación se le dicte.

El médico del pueblo en un bonito día es víctima de un accidente de caballo, una caída provocada por un hilo invisible tendido entre dos arbustos, que desaparece también misteriosamente como apareció. ¿Quién colocó este hilo, quién lo retiró? Este incidente va seguido de varios otros, tanto más traumatizantes cuanto más inexplicables. La muerte brutal de una campesina, saqueo de un huerto, secuestro de un joven minusválido… Perjuicios de los cuales los culpables siguen siendo desconocidos.

La historia de un hombre filmado a sus espaldas, “Caché” (2005), la película precedente de Haneke, no revelaba nunca quien las entregaba con sus manipulaciones en la imagen, quien enviaba al héroe los vídeos que probaban que él era espiado y que lo relacionaba a su infancia. Aquí donde es cuestión, como en “Le Temps du loup” (2003), de una civilización en naufragio, el o los autores de estos gestos criminales no serán jamás distinguidos.

Cada uno se hará su pequeña idea, y Haneke destila al menos un indicio determinante. Una escena donde un colibrí es extirpado delicadamente de su jaula de apartamento y salvajemente muerta a tijerazos. La película es una cuestión de atmósfera (pesada), relaciones sociales (tensas), de educación (rígida), de instituciones (controvertidas). ¿La cinta blanca? Es un símbolo de penitencia, la sanción pública y el emblema de una prueba de redención que inflige el pastor protestante a dos de sus hijos, los mayores, después de haberles asestado golpes de vara. Por el ejemplo, Klara y su hermano deben llevar esta cinta blanca, símbolo de pureza, ella en su cabello y él a su brazo.

Dormir atados
Estamos aquí en el centro del tema. En este campo donde nadie puede ignorar quien posee el poder, donde nadie debe transgredir las prohibiciones, el cielo parece pesar toneladas, incluso en verano. Las temporadas pasan, las cosechas suceden a los días de nieve, las costumbres permanecen, condenando al regidor y a los campesinos a dedicarse a el señor, los hijos del pastor protestante deben dormir atados en su cama para no sucumbir a las tentaciones vituperables, la comadrona que debe sufrir los caprichos sexuales de su vecino viudo, el médico, y de hacerse absolver brutalmente con humillantes injurias (“Tú eres fea, descuidada, la piel flácida, el aliento fétido…”).

“Das weiße Band” es la evocación de las sevicias que una sociedad de adultos, notables, puritanos, rigurosos, inflige a sus mujeres, sus niños, sus administrados. Es el inventario de los caprichos y castigos perpetrados por maniáticos de la autoridad, maniáticos del orden, de la censura. Llegando hasta la violación y al inceste (el médico despide a la comadrona para emprenderla con su propia hija), estos abusos generan odio de sí mismo y rituales punitivos: he aquí la explicación de los acontecimientos que perturban el pueblo. Se trata de “castigar los errores de los padres sobre los hijos”.

¿Pero aún? No se dirá más. Si no que Haneke, quien termina su película con el asesinato del archiduque Franz Ferdinand en Sarajevo y la declaración de guerra, denuncia a las sociedades represivas, las que cultivan brutalidades, hostilidades, celos, amenazas y venganzas perversas, como generadoras de fascismos y totalitarismos. Ejemplo de este terror que reina sobre las poblaciones: el profesor lleva a su novia de paseo sobre una carreta y abandona el camino, se envuelve sobre una sendero con el fin de encontrar un claro para un picnic; los dos enamorados acaban de intercambiar un beso, pero, a pesar de su deseo, la hermosa Eva está tan deseosa de ver la evasión de virar hasta las cosas prohibidas que exige una vuelta sobre la vía oficial. El instante se congela.

Es en un blanco y negro espléndido que se desarrolla esta película impresionante e implacable. Se lo sitúa en alguna parte en la línea del “The Damned” de Losey, o “The Night of the Hunter” de Laughton, debido a la figura maléfica del predicador. De un Clouzot. De un Bergman natural, tanto alisan la obsesión del pecado y una sexualidad mortífera. Pero “Das weiße Band” asesta una entonación particular, con sus verdugos de ojos azules y pelambreras rubias.

Película austríaca de Michael Haneke con Acanalar Bock, Susanne Lothar, Christian Friedel, Leonie Benesch, Ulrich Tukur, Ursina Lardi, Burghart Klaussner (144 minutos).
Estreno en cines el 21 de octubre de 2009.

Leer crítica en su versión original

AUTOR: Jean-Luc Douin
FUENTE: Le Monde
FOTO: Les Films du Losange
TRADUCCIÓN: Emanuel Ramos

FESTIVAL DE CANNES 2009

LOS PREMIOS
El Jurado oficial del 62e Festival de Cannes, presidido por Isabelle Huppert, reveló su Palmarés en la Ceremonia de clausura del 24 de mayo.

LARGOMETRAJES EN COMPETICIÓN

Palma de Oro
DAS WEISSE BAND
(LA CINTA BLANCA)
realizado por Michael Haneke

Gran Premio
UN PROPHÈTE ralizado por Jacques Audiard

Premio especial por su carrera en conjunto y su contribución excepcional a la historia del cine
Alain Resnais

Premio a la puesta en escena
KINATAY
realizado por Brillante Mendoza

Premio del Jurado
FISH TANK realizado por Andrea Arnold
BAK-JWI (THIRST, ESTA ES MI SANGRE…) realizado por Park Chan-Wook

Premio a la interpretación masculina
Cristóbal Waltz en INGLOURIOUS BASTERDS realizado por Quentin Tarantino

Premio a la interpretación femenina
Charlotte Gainsbourg
en ANTICHRIST realizado por Lars von Trier

Premio al guión
Mei Feng
por CHUN FENG CHEN ZUI DE YE WAN (SPRING FEVER) realizado por Lou Ye

El Premio Vulcain al Artista-Técnico
Aitor Berenguer, mezclador de sonido de la película MAP OF THE SOUNDS OF TOKYO realizado por Isabel Coixet

FUENTE: Festival de Cannes
FOTO: François Guillot - AFP

FESTIVAL DE CANNES 2039

“ENTER THE VOID” y “MAP OF THE SOUNDS OF TOKYO”: TOKIO, TIERRA DE NAUFRAGIO DE CINEASTAS EUROPEOS
Ambas comparten el cliché del exotismo sexual y los letreros parpadeantes


Si fuera necesario juzgar por este día de Cannes del viernes 22 de mayo con el rasero de las dos películas en competición presentadas a la prensa, todo llevaría a creer que los seleccionadores, a manera de broma dudosa, habían decidido acabar este maratón fílmico con una sesión de tortura oriental. Del Extremo Oriente igualmente, puesto que tanto la película francesa de Gaspar Noé como la película española de Isabelle Coixet se desarrollan en Tokio.

En “Enter the Void”, el autor de la sulfurosa “Irreversible” (2002) no contradice su reputación. Su nueva película, largo de 2 horas y media, cuenta, si se le vuelve a poner en orden, una historia bastante simple: un hermano y una hermana, originarios de un país anglosajón y separados en su juventud por la muerte de sus padres, se encuentran en Tokio. El primero es un jovencísimo distribuidor de droga quien muere rápidamente en los servicios higiénicos de un bar. La segundo una muchacha frágil que hace de strip-teasera en un club tokiota.

“Enter the Void” quiere ser un largo viaje alucinador, similar a aquél que se prueba bajo la influencia de una sustancia ilícita, al mismo tiempo que una historia vagamente budista, evocada desde el punto de vista de un muerto en búsqueda de metempsicosis. El resultado, técnicamente impresionante, no sigue siendo menos doloroso. Noé mezcla una virtuosidad formal tan fastidiosa como ostentatoria (desenfoques, parpadeos, contrapicados, cámara subjetiva psicodélica…) con un propósito reducido a una letanía de provocaciones gratuitas (evocación incestuosa, embrión ensangrentado, representación del acto sexual desde el punto de vista de la vagina…). Y sin duda se pasaría por alto este deseo prepúber, si la película diera un instante la impresión de creer en sus personajes o de querer agradar en sus espectadores otra cosa que el gusto del detalle escabroso y la regresión pulsional.

Al menos Noé habrá intentado algo. No es el mismo caso de "Map of the Sounds of Tokyo", que comparte con “Enter the Void” el cliché del exotismo sexual y los letreros parpadeantes. Será necesario mucha abnegación para interesarse por esta historia insignificante, que distingue una asesina a sueldo japonesa se enamora de su víctima, un comerciante de vinos (Sergi López), todo ello narrado por un técnico de sonido que no tiene mucho que ver en el asunto. Con estas dos películas que han caído hondo, he aquí una nueva prueba del pozo sin fondo cultural que nos separa del imperio del Sol-Naciente.

“Enter the Void”. Película franco-germana-italiana de Gaspar Noé con Nathaniel Brown, Paz de la Huerta. (150 minutos)
“Map of the Sounds of Tokio”. Película española de Isabelle Coixet con Sergi Lopez, Rinko Kikuchi. (109 minutos)

Leer crítica en su versión original

AUTOR: Jacques Mandelbaum
FUENTE: Le Monde
TRADUCCIÓN: Emanuel Ramos

sábado, 23 de mayo de 2009

FESTIVAL DE CANNES 2009

ÚLTIMO TANGO EN TOKIO DE ISABEL COIXET
Todo tiene vocación de intensidad, de hondura trágica y de romanticismo febril en la crónica de este amor sin futuro

"Map of the Sounds of Tokyo" (nombre origina). La vocación internacionalista de la directora española Isabel Coixet, alguien que por exigencias del mercado, por el legítimo deseo de que su cine llegue al público de cualquier parte, o porque las intimistas historias que quiere contar suceden en geografías situadas fuera de España, acostumbra a rodar en inglés. "En Mapa de los sonidos de Tokio" va más lejos y sus cosmopolitas e inevitablemente atormentados personajes se expresan alternativamente en inglés, japonés y catalán.

La acción está ambientada en Tokio, ciudad que debe de estar de moda entre la sensibilidad de tantos creadores occidentales, ya que no puede ser casual que el argentino Gaspar Noé, la norteamericana Sofia Coppola, la alemana Doris Dorrie, el mexicano González Iñárritu y la española Isabel Coixet, entre otros, se sientan tan repentinamente fascinados por esa exótica cultura y pretendan ofrecernos insólito testimonio sobre ella a través de sus ficciones.

Y, efectivamente, resulta impactante el arranque de esta película, en el que un grupo de hombres de negocios celebra una comida de trabajo devorando con naturalidad sushi y sashimi sobre el cuerpo de señoras desnudas. Estos apuntes costumbristas abundan en el desarrollo de la trama. Por algo lleva título tan poético. Y no defrauda el enunciado, ya que además del folclore visual también nos ofrecen los sonidos de esa ciudad registrados, porque uno de los personajes es un ingeniero de sonido con la misión de captar la heterodoxa acústica de todo tipo de ambientes. O sea, Isabel Coixet intenta regalarnos a los curiosos mirones el auténtico espíritu de lugar tan enigmático. Pero hay más. Va a integrar la geografía del alma japonesa con el pretendido volcán sentimental y erótico entre un comerciante de vinos catalán y una introvertida japonesa.

Resulta que él se siente hundido e inconsolable por el reciente suicidio de su neurótica mujer y ella combina el proletario oficio de cortar pescado con el de asesina profesional de alto standing. ¿Por qué? Pues porque le da la gana a la guionista Coixet, porque debe de haber descubierto un lírico cordón umbilical entre ambas profesiones. La hermética killer ha sido contratada por el vengativo padre de la suicida para que le dé matarile al fulano que no la supo amar. La cazadora y su ignorante presa sienten una irresistible atracción física y deciden encontrarse en un posmoderno hotel, sin camas, permanentemente iluminado, con el aspecto de un vagón del metro, para follar apasionadamente y hablando de ellos lo justito. Como hacían el desesperado viudo y la hipnotizada veinteañera en aquel poema desgarrado y auténtico titulado El último tango en París. Con la diferencia de que Bertolucci me provocaba escalofríos y los atormentados amantes de Isabel Coixet, además de no creérmelos, me inspiran un poco de risa.

Todo tiene vocación de intensidad, de hondura trágica y de romanticismo febril en la crónica de este amor sin futuro. La estética alberga pretensiones de lujo, pero yo la asocio más bien con los spots publicitarios de presupuesto holgado empeñados en la mentirosa misión de encontrar la poesía. No dudo de la sinceridad de esta relamida autora al hablar en todo su cine de las sensaciones del corazón, de los amores difíciles, de las separaciones torturadas, de soledades que se encuentran, de la cercanía de la muerte y demás parafernalia sentimental, pero no hay forma de que me sienta contagiado o conmovido por universo tan trascendente. Tengo la fastidiosa seguridad con sus películas de que siempre sé lo que van a decir, a hacer y sentir los personajes, la música que va a sonar, las imágenes con las que van a ilustrar los lacerantes estados de ánimo. Y, sobre todo, la permanente condición por parte de Isabel Coixet de que está pariendo arte hipersensible.

En "Mapa de los sonidos de Tokio", aunque no me guste nada, al menos tengo claro lo que pretenden contarme, pero me resulta imposible saber de qué va la intriga de "Visage", firmada por el para mí incomprensiblemente idolatrado director chino Tsai-Ming Liang. Se supone que trata de un rodaje en el Louvre actualizando el mito de Salomé, pero nada de lo que veo y escucho tiene sentido, atractivo ni gracia, aunque el autor se esfuerza mucho por conseguir lo último. Lo único que me saca del soporífero estupor es que el esotérico Tsai-Ming Liang haya convencido a Laetitia Casta para que exhiba su preciosa desnudez. No compensa, pero menos es nada.

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AUTOR: Carlos Boyero
FUENTE: El País
FOTO: Fotogramas


ISABEL COIXET SE PIERDE EN TOKIO
El improbable amor entre una asesina a sueldo y un español aficionado al vino se pierde en un ritual de frases demasiado afectadas para la emoción

Lo importante es participar. La frase de marras nos la vienen repitiendo nuestros padres desde que nos vieron perder por primera vez. Desde entonces, reconozcámoslo, ha sido un no parar: de derrotas y de frases hechas. Sin embargo, la advertencia, según en qué sitios, tiene su valor. Por ejemplo, en Cannes. De las miles de películas que llegan para ser seleccionadas, sólo un puñado entran en la fase final, la de la alfombra roja.

Y sólo por estar ahí, entre las 20 mejores del año, algo tienen. Unas nos cabrean hasta la extenuación; otras entusiasman, y, la menos, dejan perplejo. La indiferencia es una enfermedad erradicada en Cannes. Todas sin excepción tienen algo: responden a la necesidad, como decía Terry Gilliam, de narrar. No es un empeño menor.

Llegados a este punto, hoy, en último lugar, se proyectó "El mapa de los sonidos de Tokio". Cualquiera que se haya caído por la página de elmundo.es sabrá de qué hablamos. Isabel Coixet, su directora, lleva meses contándonos cada detalle de su particular viaje al fondo de una cultura extraña. Es decir, al fondo de uno mismo. Cuanto más lejos, más adentro. Es así.

Dice la directora que la idea le surgió en un mercado de pescado tras ver a una mujer trabajando; dice que el sonido de las chicharras se le grabó para siempre; dice que quedó seducida por la sensación de respeto, la forma de marcas las distancias, de los japoneses... Todo eso está en la película de una directora que ha hecho del viaje su forma de trabajo.

Sin embargo, no funciona. O no como anteriores trabajos de la directora. Los problemas empiezan por el guión. Todas las películas, sin excepción (a un lado "Elegy", escrita por otras manos), de Isabel Coixet están perfectamente escritas. Improbables o no, las tramas avanzan gracias a una escritura capaz de dosificar evocación y drama en dosis justas. Coixet, antes que nada, es lectora. Y se nota. Nada de eso ocurre ahora. Esta vez, el improbable amor entre una asesina a sueldo (Rinko Kikuchi) y un español aficionado al vino (Sergi López) se pierde en un ritual de frases demasiado afectadas para la emoción, demasiado esquemáticas para la tristeza.

Nada es creíble

La idea es colocarse a una prudente distancia de la pasión para retratar en los gestos, supuestamente insignificantes, la verdadera naturaleza del drama. Coixet cita a Kore-Eda y Kore-Eda cita a Ozu, Yasuhiro Ozu. El problema es que el principio de verosimilitud dura poco. Nada es creíble. Y no nos referimos al desarrollo de los acontecimientos, sino al necesario diálogo que tendría que existir entre dos pasiones que se cruzan.

La innegable destreza estética, la madurez de una directora que ha dejado atrás viejos vicios (la cámara ya no tiembla) y la brillante puesta en escena (sutiles e inteligentes las escenas de sexo) compensan el resultado de una película que, por momentos, parece más el resultado de un impetuoso y poco reflexionado deslumbramiento: el de la directora por Japón. Sea como sea, lo importante, y ahora sí que es verdad, es participar. Cannes es mucho Cannes. Y "El mapa de los sonidos de Tokio" se merecía estar entre las 20 mejores producciones del mundo. Del mundo, repetimos.

Y prueba de que nadie está libre de culpa es que Coixet ha compartido el día con una de las vacas sagradas del cine reciente: el taiwanés Tsai Ming-Liang. Con la plana mayor de la mitología cinéfilo-francesa en el reparto (de Jean Pierre Leaud a Fanny Ardant pasando por Jeanne Moreau), el director compone en "Visage" una alambicada reflexión sobre el arte, la vida, el cine, la representación y la historia (uno de los escenarios es el museo del Louvre). Pues bien, la ambición, y la falta de escrúpulos, mató al gato. Impostado, engolado, retórico, torpe... Lo que viene siendo una paliza.

Y mañana, el palmarés. Las quinielas, el sentido común y la excelencia apuntan a dos obras mayores: "A prophet"', de Jacques Audiard, y "The white ribbon", de Michael Haneke. Mañana, con permiso del jurado, veremos.

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AUTOR: Luis Martínez
FUENTE: El Mundo
FOTO: Fotogramas

FESTIVAL DE CANNES 2009

EL IMAGINARIO DE TERRY GILLIAM DEBE SER SÓLO PARA FANS
“The Imaginarium of Doctor Parnassus”, presenta el conmovedor saludo final de Heath Ledger y es simplemente muy terriblemente autoindulgente

Heath Ledger hace un conmovedor saludo final en el descabellado, agradable pero terriblemente autoindulgente “The Imaginarium of Doctor Parnassus” de Terry Gilliam, presentada aquí en el festival de cine de Cannes fuera de la competición. En medio del rodaje, Ledger ha hecho una extremadamente triste partida antes de tiempo, hasta tal punto que el director ingeniosamente re-inventó su personaje, como una serie de mascaras. Jude Law, Colin Farrell y Johnny Depp valientemente se pusieron al frente de la batalla.

Dr Parnassus, él del titulo, es representado por Christopher Plummer, un envejecido swami-showman que traquetea por todas partes en su “imaginario”, una clase de teatro de Gitano-furgoneta-que es a la vez-móvil-parque de atracciones, con sus compañeros actores: el maleducado Percy, representado por Verne Troyer, su hija Valentina (Lily Cole) y el actor principal Antón (Andrew Garfield) que es evidente que está profundamente enamorado de Valentina. Cuando los espectadores son invitados a subir al escenario, ellos se deslizan súbitamente a través del andrajoso viejo telón el cual los conduce hacia un país de las maravillas -como Narnia- en el cual su imaginación puede ser liberada. Dr Parnassus está comprometido a un duelo mortal con el diablo (Tom Waits): Parnassus desea demandar las almas para la gloriosa, libertad imaginativa - Satanás quiere encadenarlas en la banalidad y la estupidez.

Este combate se hace más interesante cuando Parnassus y su compañía teatral rescatan a un misterioso forastero de un intento de suicidio al estilo Roberto Calvi, colgado debajo de un puente. Él es “Tony”, interpretado por Ledger y otros, aparentemente un importante defensor de la caridad y un personaje público - pero pronto revelado como frívolo e insidioso. Un titular de periódico, Mentiroso Tony, insinuando que él puede ser inspirado por cierto ex primer ministro de oscurecido recuerdo.

Cuando Gilliam dispara todas sus balas en su surrealista país de las maravillas, su película tiene una especie de jovialidad y de espectáculo “lleno de helio”. Los momentos cuando la cara de Plummer aparece enorme fuera del paisaje alucinante son sensacionales: un recordatorio de la vieja magia de los Python. Pero los enrevesados floreos de la película son fatigosos, insistiendo demasiado en voz alta en cuán “imaginativo” es todo. Y cuando desciende en el mundo real - Lucy fuera del cielo sin los diamantes, por así decirlo - la película francamente puede ser un poco aburrida, con una muy amplia interpretación de pequeños papeles en una multitud de actores. “Tideland”, la anterior película de William, en la que demostró que él todavía tiene capacidad, y él lo descubre de vez en cuando aquí. El lado oscuro se revela, repetidamente, en lo arruinado, de los exteriores de una insensible Londres. Pero esta película, aunque perfectamente afable, podría ser solo para fans.

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AUTOR: Peter Bradshaw
FUENTE: The Guardian
FOTO: Metropolitan Filmexport
TRADUCCIÓN: Emanuel Ramos

jueves, 21 de mayo de 2009

FESTIVAL DE CANNES 2009

“KINATAY”: BRILLANTE MENDOZA SE SUMERGE CON BRÍO EN UNA PESADILLA SANGRIENTA

Se da a conocer en el 2007 con la película “John John”, conmovedora mirada en los barrios de chabolas de Manila, incomprendido el año pasado con “Serbis”, donde filmaba con largos y virtuosos planos-secuencia la vida en un cine porno, el filipino Brillante Mendoza le pone la firma este año a una obra perturbadora y sorprendente, y se impone como un cineasta mayor.

Comparable, en cuanto al debate que suscita, al de “Reservoir Dogs” (1992) de Quentin Tarantino, esta inmersión en el horror se inspira en hechos reales. La película comienza con una evocación de la vida agitada en las calles de Manila.

Es necesario un talento fuera de serie para devolver el brillo de los colores, el ruido de los gritos y bocinas, el bullicio de la urbanidad, el mercado, los embotellamientos, la efervescencia de una masa corriendo hacia mil de actividades, y entre esta gente, una joven pareja sale pintada para ponerse el anillo al dedo, para consagrarse como marido y mujer por un juez quien oficia sin ceremonias.

La boda concluye con una comida familiar en un restaurante. Peping, el joven marido, estudiante de criminología, acaba de seguir un curso sobre el arte y la forma en la que un poli puede investigar sobre la escena del crimen. Se deja llevar por un compañero a hacer horas extras como matón al servicio de una banda de delincuentes, a fin de mantener a los suyos.

Mujer cortada en pedazos
Mendoza filma en tiempo real, como en un documental, la pesadilla y las angustias de este muchacho hasta el vómito. Ya que el relato oscila dentro de algo alucinante, una iniciación traumática.

Ahí está Peping testigo y cómplice del secuestro de una prostituta culpable de no estar en al día con sus deudas de droga. Después de una interminable travesía en camioneta, de noche, que Mendoza filma como un pánico mental, un viaje sin retorno hacia el infierno, la mujer es encerrada en el sótano de una casa, maltratada, desnudada, violada, asesinada salvajemente y cortada en pedazos.

Como, este resumen de la intriga no puede sino suscitar desconfianza o rechazo, salvo una adicción a espectáculos de los peores suplicios. Pero en ningún momento Mendoza puede ser acusado de complacencia. Su manera de orquestar los planos, los sonidos, las aberturas de luz en las tinieblas, la claustrofobia en la camioneta con destellos de los faros del carro, el ascenso del miedo, la violencia perpetrada sobre el rehén gimiente, sus súplicas cuando es torturada, la opresión del pánico de Peping ante estos actos, su excitación de querer olvidarse, de hacer escapar a la mujer, en vano, son irreprochables.

“La integridad, una vez perdida, se pierde para siempre”, destaca el cineasta. “Kinatay” remite a temores universales, a la dificultad de intervenir, en la transformación de un inocente en monstruo con su silencio. La captación de tanta impotencia ante tanta inhumanidad es magistral.

Película filipina de Brillante Mendoza con Coco Martin, Julio Diaz, Mercedes Cabral, Jhong Hilario. (100 minutos)

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AUTOR: Jean-Luc Douin
FUENTE: Le Monde
FOTO: EQUATION

TRADUCCIÓN: Emanuel Ramos

miércoles, 20 de mayo de 2009

NOTAS DE CINE

EL "CINE PERUANO" DE NUESTROS DÍAS
“La teta asustada” y “El premio”, dos propuestas distintas, dos historias distintas, pero unidas por un vínculo en común

Este artículo se publicará en el cuarto número de la revista "Palabra" dirigida por el poeta y decano de la Facultad de Ciencias de la Comunición de la Universidad Alas Peruans, Omar Aramayo y editada por el Fondo Editorial de la Universidad Alas Peruanas.

por Emanuel Ramos

En esta primera mitad del año se han estrenado en Lima dentro del circuito comercial, dos largometrajes con corazón peruano, “La teta asustada”, de Claudia Llosa y “El premio”, de Alberto Chicho Durant (sin incluir el valioso documental “Lucanamarca” de Héctor Gálvez, que tuvo un fugaz paso por la salas limeñas). El primero, en la primera quincena de marzo y el segundo el último día del mes precedente, ambos tuvieron su pre-estreno en poblaciones apartadas del 'centro' de la capital; en el caso de “La teta asustada” en el distrito de Manchay a las afueras Lima y en de “El premio”, en el poblado interandino de Pariamarca en Canta, en donde, en ambos casos se improvisó una proyección al aire libre y los pobladores tuvieron la oportunidad, en muchos casos de ver por primera vez una película y reconocerse en ella (son zonas de extrema pobreza), viviendo de seguro una experiencia inolvidable y llena de gratitud de parte de los productores cinematográficos. Ambos lugares sirvieron de locación para rodar escenas de dichas películas.

Ahora bien “La teta asustada” arribó a Lima precedida de un gran palmarés, de haberse alzado con el Oso de oro a la mejor película en la última Berlinale, máximo premio otorgado por el festival germano, ya ante su sorpresiva inclusión dentro de la competencia oficial del Festival de Berlín, su directora expresaba su satisfacción, de compartir la sección con consagrados como el chino Chen Kaige, el inglés Stephen Frears, o maestros como Bertrand Tavernier, Costa-Gavras, François Ozon o Andrzej Wajda y jóvenes promesas del cine como Rachid Bouchareb, Mitchell Lichtenstein y los locales Tom Tykwer y Hans-Christian Schmid, todo un triunfo a priori. Cabe recalcar que el festival de cine berlinés, es uno de los más importantes del mundo, aunque en los últimos años a perdido trascendencia y caído en la mediocridad, muy especialmente en su última edición.

Por su parte, “El premio” se publicitaba con un cartel bastante ambiguo o muy confuso, “premio a mejor película en el Festival de Cine Peruano de París 2009”, que uno no sabe muy bien que es eso o que valor real tiene, en la quinta edición de este festival, esta película destacó sobre las irregulares “Dioses” y “Pasajeros”, la soporífera “El acuarelista” y por último sobre la inefable “Vidas paralelas”, con este “gran merito” se promocionaba la película de Durant, secundada de un provocativo trailer, que despertaba la emoción de los más escépticos y de los más incautos también. Bueno, esto de los premios festivaleros, son como el rating o la crítica, mientras más te favorezcan, son excelentes y valederos en gran estima, pero si te dan la espalda y son implacables con tu obra, dirás algo como: “son gente frustrada y amargada, la cual no tiene ninguna credibilidad y no representan a nadie”. Durant se alegra en un programa en vivo mientas promociona su película (El perro del hortelano, conducido por César Hildebrandt) al recibir la noticia que en el XII Festival de Cine de Málaga, no había recibido reconocimiento alguno; mientras Llosa y Solier, luego de recibir su galardón, tienen una exposición inusitada en la pantalla chica, periódicos, radio, etc., y la prensa le da tanta o más cabida como hoy a los Jonas Borthers, antes de Berlín nunca les importó a la “televisión basura” sobreviviente de la dictadura fujimorista.

Y si de ambigüedades se trata, “La teta asustada” juega desde su visión más comercial –el cine cada día deja de ser arte–, donde sus productores españoles (muy audaces ellos) la presentan en la Berlinale como una película peruana, para sacar partido a la consideración de los criterios que se manejan en este tipo de festivales, donde se valora el exotismo, la mirada “sincera” a las realidades remotas al “primer mundo”, y todo ese rollo del multiculturalismo, entonces “una película venida del país de los Incas”, suena bien y además, si habla del sufrimiento de una mujer andina en la marginalidad, aún mejor; el marketing al servicio de un gran negocio, entonces es pertinente decir que el segundo largometraje de Claudio Llosa nace con un D.N.I. espurio, pero “El premio” también es "pura bamba", se vende en su avance como una película que ofrece de todo, como en botica (de eso se tratan los trailers, su objetivo es vender hasta el bodrio más insufrible, una vez comprado el producto ¡ya no hay devolución!) avance cargado de acción, drama, erotismo, violencia, hasta uno de los personajes dice con gran desparpajo “esta es la chamba perfecta: cine, negocio y sexo” entonces sabemos que no será una gran película –no pretende serla tampoco– luego, la verdad te despierta de la ilusión.

En el caso de Alberto Chicho Durant, no se trata de un director novel, es su sexto largometraje, en su filmografía destacan títulos como “Alias la Gringa”, dicen algunos, un film estimable, criterios que este servidor no comparte, está “Coraje”, un gran error, menos errática “Doble juego”, en algo divertida pero mínima e igual que sus otras obra, de los cuales no vale la pena ni hablar, así y todo se considera a Durant como uno de los cineastas más “representativos” –vaya representatividad de nuestro cine– de una generación liderada por Pancho Lombardi, a fuerza de qué, de rodar películas con cierta periodicidad, debemos suponerlo, algún otro merito no avizoramos (y perdón por la miopía, quizá me ciegue con la estela luminosa, de ese “gran artista” llamado Chicho, con cariño).

Claudia Llosa, radicada en España ya hace un tiempo y es producida entusiastamente, con financiación hispana, es un talento en ascuas del cine mundial; con su opera prima “Madeinusa” –cada nombrecito más pelicular que el otro– en su debut cinematográfico, Llosa que estuvo acompañada también por la talentosa Magaly Solier, que no solo actúa sino también canta. En aquel lejano 2006, “Madeinusa” se presento con éxito en importantes festivales como Sundance, Rotterdam o Mar del Plata (la película “peruana” más premiada), y cuando llegó la hora de su estreno en el Perú, causo una conmoción, rompiendo un debate acalorado y muy alejado de valores cinematográficos que pudiera tener esta ficción, sino más bien llevado a terrenos antropológicos, en donde los defensores de los derechos andinos y de la etnicidad , se encendieron en la moralina los patrioteros, brotando de todo esto las ideologías más extremas a relucir, conclusión: la intolerancia y la división venció, contribuyendo a la fragmentación de nuestra sociedad.

Volviendo al presente, toda esa exposición en los medios de “La teta asustada”, mencionada anteriormente, tuvo como positivo, despertar el interés masivo, llevando a las salas una cantidad considerable de espectadores, 300 mil aproximadamente. Si bien, el consumidor promedio de cine, no tiene mucha idea que representa un festival o que es un Oso de oro, mejor acondicionado a los blockbusters del Hollywood mainstream y engullir pop-corn, en su curiosidad se enfrentó a una película de cierta exigencia, en clave baja, intimista, que narra el drama de una joven que transcurre en un viaje de redención, de una emancipación hacia la libertad de ese pasado traumático, propio y colectivo; propuesta que llega a sensible, pero que en muchos espectadores despierta risas y aburrimiento, muestra de olvido de nuestro reciente pasado sangriento. “El premio” sigue su estadía feliz por tercera semana consecutiva en cartelera (ya 40 mil espectadores), con sus “buenas intenciones” de querer ser realista y ser un testimonio artístico de una realidad de la Lima actual, son tan sólo eso, porque el cine con las buenas intenciones no alcanza. El facilismo y lo chicha vende. Ambas películas las vincula la generosidad del peruano que es descomunal, no se debe abusar de ella.

FESTIVAL DE CANNES 2009

CANNES NO ROMPE SU ABRAZO A ALMODÓVAR
Boyero y Guitierrez desde Cannes, comentan la presentacíon de "Los Abrazos rostos"
También la crítica de Boyero, luego del estreno de la cinta en España en marzo de este año

Carlos Boyero , El País
20 de mayo del 2009

Aunque intente hacer malabarismos con su tiempo es imposible para alguien con el deber de hacer la crónica de esa cosa tan extenuante llamada Festival de Cannes que le ofrezcan reposo a su cuerpo y a su retina durante más de cinco o seis horas, ya que la primera y obligada visión de las películas que concursan en la sección oficial es a las ocho y media de la mañana, horario legañoso y nada adecuado para captar las esencias de los presuntos manjares. Por ello, no es extraño que abunden en la sala los suspiros prolongados e incluso los soeces ronquidos, lo cual no impide que algunos de los comprensiblemente soñolientos expliquen después con análisis orales o escritos, pero inevitablemente profundos y comprometidos, las claves y los mensajes de esas obras preferiblemente vanguardistas.

En medio de tanta fatiga, supone un alivio importante para las cansadas neuronas, y sobre todo para el disfrute de la cama, haber visto anteriormente a su estreno en los festivales alguna de las películas que van a exhibir. Por tanto no he ido al pase de "Los abrazos rotos", pero compañeros con más sentido de la responsabilidad y dispuestos a informar de la acogida que ha tenido en la sala la última película de este Almodóvar por el que Cannes siente ancestral adoración (testifico que ese amor incondicional se prolonga al resto del mundo, pero lo que más mola es que te hayan descubierto y santificado los cultísimos intelectuales franceses, que son los que saben mogollón del arte auténtico) me comunican que ha habido muchos aplausos y ningún abucheo, lo que confirma el intacto prestigio de Almodóvar en este templo del cine trascendente.

Posteriormente, escucho en el encuentro de Almodóvar con los medios españoles su lúcida explicación del amor que le tienen los franceses. Se debe, a diferencia con España, a que aquí los críticos ven su cine sin prejuicios y de forma objetiva. También resalta que abundantes y distinguidos espectadores de Los abrazos rotos le han comentado que la primera vez se han sentido impresionados, pero que necesitan una segunda visión para paladearla y analizar con más tranquilidad los mecanismos que han provocado esa emoción. En mi caso es todo lo contrario. La primera vez que la padecí me resultó pretenciosa, aburrida y hueca, pero la segunda me resultó exclusivamente grotesca esa indagación en la pasión, la creatividad cinematográfica y no sé cuántas movidas más. Intenté explicar mis desagradables sensaciones en este periódico cuando se estrenó en España Los abrazos rotos. O sea, que no tiene sentido algo tan inútil y fatigoso como volver a repetirme. Al parecer, me estoy perdiendo algo importante. Eso me ocurre por ser prejuicioso y subjetivo, por no saber apreciar la belleza y la complejidad que a tanto espíritu cultivado ha resultado transparente. Tendré que cargar eternamente con mi lamentable miopía y mi carencia de sensibilidad ante la volcánica historia de amor entre el manipulado director y la atormentada amante del mezquino millonario empeñada en ser actriz.

"Vincere", dirigida por Marco Bellocchio, aquel señor italiano que nos perturbó hace tanto tiempo con su primera y feroz película Las manos en los bolsillos, pero que nunca prolongó aquel placer a pesar de su larga filmografía, se propone reivindicar la sufrida figura de Ida Dalse, una amante de Mussolini que entregó su cuerpo, su alma y sus posesiones al futuro Duce y que parió al primer hijo de éste. Cuenta la enloquecida búsqueda de esta mujer rechazada a lo largo del tiempo para que el dictador asuma la paternidad de su hijo. Bellocchio narra esta desgarrada historia combinando el tono operístico con los documentales de la época que plasmaban el esplendor del fascismo. Lo hace con inequívocas pretensiones de arte, pero casi todo resulta chirriante, esperpéntico y forzado. Te da un poco igual la obsesión de la abandonada, la egolatría de su seductor, el retrato histórico de una época convulsa y sombría.'Vincere', de Marco Bellocchio, reivindica a una amante de Mussolini.

Foto: Photo Agency

ABRAZOS PARA "ÉTREINTES BRISÉES"
Pedro Almodóvar reconoce que en Francia es más querido que en España. Especialmente en el Festival de Cannes.

Luis Martínez, El Mundo
20 de mayo del 2009

"Almodóvar orquesta un vals cromático sutil que marca el peso de la tragedia". Ole. "Se sale de la proyección con un extraño sentimiento de dolor contenido y de tranquilidad. Todo mezclado". Otro ole. Las dos frases corresponden a la revista de cine 'Positif', es decir, y junto a la más célebre 'Cahier du Cinema', uno de los 'sancta sanctorum' de la cinefilia francesa que, a fin de cuentas, es la que cuenta. 'Cahier', por su parte, hace otro tanto y recibe la película del manchego postrada de hinojos. Hasta le ofrece una tribuna al director para que se explaye sobre la movida y la 'Nouvelle Vague'. "La verdad", contesta el propio Almodóvar a tanto piropo, "es que me siento más querido en Francia que en España. Es lógico, quizá, aquí me conocen menos y me analizan con más objetividad". No en balde, Pedro ha pasado por todo en Cannes: ha sido miembro del jurado; ha ganado la Palma a la mejor dirección por "Todo sobre mi madre"; con "Volver", el reparto femenino entero se llevó premio, y 'La mala educación' vivió su estreno mundial en el Teatro Lumière. ¿Para cuándo la Palma de Oro? "Yo me voy el viernes de Cannes... pero si tengo que volver el domingo, vuelvo".

Sea como sea, "Los abrazos rotos" gustó en su proyección ante la prensa internacional. Más allá del caprichoso aplauso (se aplaude a todo el mundo menos a Von Trier), lo que cuenta es que el público no se despega y responde a cada uno de los estímulos de la película. Cuando sale Carmen Machi rompen a reír; cuando Penélope se dobla a sí misma delante del hombre traicionado, se escucha como las uñas hacen presa en los reposabrazos. Definitivamente, 'Étreintes brisées', así se llama, ha gustado en la Croisette.

Más pruebas. A pesar de que en la comparecencia de prensa, el director estuvo más espeso que en otras ocasiones (cosas de las noches largas), se gustó y gustó. ¿Cómo trabaja con los actores? "Ellos son la pieza fundamental de mi cine. Durante los rodajes llego a interpretar yo mismo todos los papeles. Lo que divierte bastante al reparto. En una ocasión, en mi quinta película, llegué a hacer un cunilingüis para explicar bien lo quería". Risas. ¿Por qué escribe tantos personajes femeninos y tan pocos masculinos? "No sé. ¿Hay algún psiquiatra en las sala?". Más risas. "Hasta los ocho años, me crié con mujeres. Crecí con una generación de mujeres que hizo posible que España sobreviviera a la posguerra. Gracias a ellas tenemos un par de centímetros más... de altura". Vuelta a reír. Bromas inocentes con una audiencia entregada.

Por lo demás, y a vueltas con sus últimas preocupaciones, Almodóvar habló de la necesidad de recuperar la memoria, la memoria histórica. "Es algo que nunca me han preguntado sobre 'Los abrazos rotos', pero creo que es un asunto fundamental en la película: lo necesario que es, llegado un momento, recuperar, por doloroso que sea, el pasado". Adelantó que, entre los cuatro guiones que maneja para su próxima película, uno de ellos gira alrededor de la vida de Marcos Ana: "Me gustaría que él, que ahora tiene 89 años, pudiera disfrutar de la película terminada. Aunque está estupendamente de salud". Prometió que, a partir de ahora, habrá más personajes masculinos en su cine. Y se extendió sobre los dos proyectos en marcha en EEUU a vueltas con el guión de 2Mujeres al borde de un ataque de nervios": "Uno de ellos es para la cadena de televisión Fox, que, dicen, será una serie eterna. Y otro es una comedia musical para Broadway de la que se encarga el mismo que hizo 'South Pacific'".

Y dicho lo cual, no se fue sin declarar su amor a Cannes: "El cine mejora la vida". Más aplausos, más abrazos. "Etreintes brissées" se estrena mañana en Francia. A partir de ahora, francesa pues.

Foto: Kristian Dowling/Getty Images Europe


¿QUÉ HE HECHO YO PARA MERECER ESTO?
"...me asomo a "Los abrazos rotos" con esperanza, intentando no volverme loco con el alud promocional que están montando el genio de La Mancha"

Carlos Boyero, El País
18 de marzo del 2009

Con nula perspicacia e irremediable antipatía pensé ante los primeros largometrajes de Pedro Almodóvar, tan celebrados entonces y añorados ahora por tantos espectadores que se declaraban seducidos por la frescura, la irreverencia, la modernidad, el humor, el posibilismo, la originalidad y el estilo del gurú de aquella cueva de impostura con pretensiones artísticas y lúdicas denominada movida, que la pasión que despertaba su cine entre la vanguardia obedecía a esa cosa tan provisional y epidérmica llamada moda, que sus hilarantes chapuzas fílmicas retratando a una fauna estratégicamente pintoresca y autoconvencida de que los tiempos estaban cambiando serían flor de un día.

Prejuicioso y maniqueo, me costó admitir ante la magnífica ¿Qué he hecho yo para merecer esto? que este hombre estaba dotado de un notable talento expresivo, una pasmosa facilidad para introducir el surrealismo en personajes y situaciones cotidianas, para reproducir con tanta gracia como desgarro la realidad, para plasmar el argot de la calle y el ritmo de la vida, para crear una tipología de seres humanos y de historias tragicómicas con el sello de su universo.

También era evidente que su certidumbre de que era un artista estaba afianzada, que su lenguaje, su tono y sus obsesiones conectaban con una masa notable, con la élite y con los intelectuales, los snobs y los experimentalistas, el diseño y las tendencias. Igualmente desarrolló, como Warhol y Dalí, un sentido impresionante de la autopromoción, de vender inmejorablemente y a nivel internacional hasta el mínimo suspiro que exhala su irresistible personalidad.

Consecuentemente, su cine jamás ha conocido el fracaso comercial, el público se siente en el placer o en la obligación de pasar por la taquilla, independientemente de que salten en estado orgásmico o echando espuma por la boca, su prestigio es absoluto en cualquier lugar del mundo supuestamente civilizado, rodeado de halagos y de esa atención masiva que él sabe crear y que pueden elevar el narcisismo a límites de frenopático, trascendente y progresivamente barroco, consciente hasta la náusea de que cualquier cosa que lleve su firma es un acontecimiento cultural y sociológico.

Y en ese prolífico e hiperpublicitado camino hay aciertos espectaculares como los de esa comedia modélica titulada "Mujeres al borde de un ataque de nervios" o el sentimiento en carne viva de "Átame", momentos y secuencias en las que la inteligencia, la sensibilidad, la audacia, el sentido crítico y la mordacidad de este hombre alcanzan el esplendor en la hierba. Y también bastantes y enfáticos disparates, pretenciosas reflexiones, cine tan hinchado como hueco, vampirismo estratégico de todo lo que su olfato intuya que está de moda en el mercado artístico, tormentos y emociones de plástico aunque pretendan ir lujosamente vestidas, control absoluto en la gestación y el lanzamiento de sus criaturas, la molesta sensación de que hay demasiado cálculo en su permanente ambición de crear arte trascendente. Hablo en primera persona, por supuesto. La expectación que desata su cine, los infinitos premios, el boato que rodea a su obra, la condición que le adjudican de cineasta profundo e inimitable pueden rebatir en cantidad y calidad mis innegociables opiniones respecto a este frecuente y magistral vendedor de humo.

Y a veces te sorprende gratamente. Después de aquella insufrible, cursi y seudolírica oda al violador enamorado en "Hable con ella" y del retorcimiento espeso y sin gracia de los traumas y los fantasmas de infancia en la grotesca "La mala educación", Almodovar habló con brillantez, complejidad, fluidez, dramatismo, encanto, de seres y sentimientos que conoce en la espléndida "Volver".

Y en función de su anterior película, me asomo a "Los abrazos rotos" con esperanza, intentando no volverme majara con el alud promocional que están montando el genio de La Mancha y su oscarizada musa, con la certeza de que me voy a encontrar el careto de ambos hasta en la sopa. Se supone que es un intenso tratado sobre la pasión, la pérdida, el recuerdo y la supervivencia. Hay un guionista ciego que alguna vez vio y fue director de cine. Su dolor parece resignado. Le cuidan una eficiente señora y su discotequero hijo. Inicialmente no te provocan demasiado interés, aunque deduces que hay pasado borrascoso, misterios por aclarar, que Godot va a aparecer. La temperatura emocional es tibia, ni lo que dicen ni lo que hacen presagian que el pasado de esta gente te vaya a remover.

Y aparece la femme fatale. Se lía con un tiburón que para no perderla pretende consumar los sueños de ella, hacerla estrella de cine con un director de primera clase. Pero llega el amor en medio del arte, y los cuernos y la atroz venganza del despechado e implacable villano. Y sigo como un témpano, no dando crédito a los forzados diálogos que escucho, sin que me salpique lo más mínimo el supuesto volcán que está acorralando a los amantes, ni las doloridas y metafísicas reflexiones sobre las heridas irreparables del creador cuando manipulan y alteran el montaje de esa obra amada en la que ha volcado su alma.

Hay infinitas referencias y homenajes a varios clásicos del cine para que captemos el compartido y penetrante mensaje sobre la creatividad que plantean Almodóvar y sus colegas del alma. Y los sentimientos pretenden estar en carne viva, pero como si ves llover. Y lo que observas y lo que oyes te suena a satisfecho onanismo mental. Y no te crees nada, aunque el envoltorio del vacío intente ser solemne y de diseño. Y los intérpretes están inanes o lamentables. La única sensación que permanece de principio a fin es la del tedio. Y dices: todo esto, ¿para qué?

Foto: El Deseo

martes, 19 de mayo de 2009

FESTIVAL DE CANNES 2009

GRANDIOSO PROYECTO CON RESULTADO NOTABLE
Amenábar entusiasma a Boyero con 'Ágora', su defensa de la tolerancia en clave histórica. Mientras los orientales Brillante Mendoza y Johnnie To lo agovian

Supongo que hay gente que hace cine por algo tan legítimo como ganarse la vida. Otros, por la convicción absoluta de que su incuestionable arte va a redimir al mundo. También están aquellos a los que no te los imaginas haciendo otra cosa, gente en cuya personalidad todo desprende inconfundible olor a celuloide, a narrar historias en imágenes. Alejandro Amenábar pertenece a esa raza. Tenía 24 años cuando realiza su primera película Tesis, edad que va asociada al aprendizaje. Pero aquella desasosegante inmersión en el suspense y en el terror parecía realizada por un director tan adulto como sabio, un brillante manipulador de emociones, alguien que hacía pasar tanto miedo al espectador como a esa estudiante de cine perseguida por un sádico especializado en hard-core.

Desde entonces cada proyecto del niño prodigio resulta imprevisible, tiene muy claro lo que quiere hacer y se toma su tiempo, se mete en películas tan arriesgadas como heterodoxas que resuelve con perfección, que alcanzan inevitablemente éxito comercial y le han otorgado un justificado prestigio. Se maneja con idéntica soltura hablando de un tipo al que el destino transforma en un monstruo físico y psíquico que dirigiendo a la megaestrella Nicole Kidman en un cuento gótico habitado por muertos que ignoran su condición, o llenando paradójicamente de emoción y de vida el dolor de un hemipléjico confinado en una habitación y que decide despedirse de una existencia tan atroz como impotente. El talento, la sensibilidad y la buena estrella han bendecido la variada obra de alguien que acierta siempre en temáticas aparentemente áridas, que sabe conectar con todo tipo de público, que hace el cine que le da la gana y que se ha ganado a pulso el derecho a equivocarse alguna vez.

Reconociendo la inquebrantable fe en sí mismo de este virtuoso en apuestas fuertes, se había creado lógica expectación y morbosa curiosidad alrededor de Ágora, una película de 50 millones de euros de presupuesto que se desarrollaba durante el siglo IV en la mítica Alejandría del Imperio Romano. Conociendo las aficiones de Amenábar era impensable que fuera a hacer un péplum o un tópico relato de aventuras. Tampoco sería Troya ni La pasión de Cristo, por citar dos ejemplos del cine moderno que revivían historias de la antigüedad y que por distintos motivos arrasaron en taquilla. Tampoco tendría demasiado parentesco con las aparatosas y convenientes interpretaciones del Imperio Romano que hizo Hollywood en los años cincuenta y sesenta. Sería una película de autor más que de productor, una reflexión muy personal sobre tragedias del pasado que también se pueden aplicar al presente.

Ese proyecto tan costoso y extenuante acaba de estrenarse en el Festival de Cannes. Lo primero que percibes en Ágora es que la documentación de ese guión ha sido muy trabajada, que se ha buceado intensamente en la historia sin tratar de adulterarla para llegar a la desolada conclusión que exponía Santos Discépolo en una incontestable y maravillosa canción de "que el mundo fue y será una porquería ya lo sé, en el 506 y en el 2000 también, que siempre ha habido chorros, maquiavelos y estafaos". Amenábar y su coguionista Mateo Gil hablan de la agresión salvaje que han ejercido las religiones, de su implacable metodología con los que consideraban herejes o disidentes, del casi siempre desigual combate entre la luz y la oscuridad. La primera está representada aquí por los guardianes de la Biblioteca de Alejandría, compendio de la sabiduría acumulada hasta entonces por la humanidad y que va a ser saqueada por una barbarie en imparable expansión llamada cristianismo, por una gente que fue acorralada en su nacimiento por los paganos y que en su ambición por el poder triturarán las mejores esencias de sus antiguos perseguidores. El resto de las religiones también salen malparadas, incluido el judaísmo y su adicción a practicar la ley del talión. Todos los que adoran ciegamente a dioses intangibles y a las reglas inamovibles sienten alergia hacia la tolerancia y están dispuestos a lapidar a los agnósticos, a los heterodoxos, a los que plantean dudas contra lo establecido.

La rebeldía está encarnada por Hipatia, una filósofa, astrónoma y matemática que investiga en el tiempo y en el espacio, que llega a la blasfema conclusión de que la Tierra puede girar alrededor del Sol, cuyos modelos no son Zeus, Cristo o Yahvé sino Parménides, Aristóteles y Tolomeo, gente que reflexionó sobre la ciencia y la naturaleza humana desafiando a las verdades impuestas, al cerril estado de las cosas.

Amenábar revive el universo perdido de Alejandría con poderoso sentido visual, diálogos excelentes, personajes diseñados con complejidad, tensiones latentes. Filma batallas y escenas de masas dando sensación de realidad, sin recurrir a los efectos de los ordenadores. Su implicación con la figura de la protagonista es estética y ética.

El tema y el primoroso lenguaje con el que se expresa me ponen incondicionalmente a favor de esta película, la veo y la escucho con respeto, estoy deseando que me atrape la emoción, pero ésta no llega. No consigo meterme dentro de una historia con tantas cosas admirables, condición indispensable que le exijo al gran cine. Esa mujer preciosa y actriz notable llamada Rachel Weisz está bien, pero no memorable. Me creo a los actores viejos, como el siempre impecable Michael Lodsale, pero no conecto ni mínimamente con los jóvenes, encabezados por Oscar Isaac y Max Minghella. La música de Dario Marinelli es lírica pero también abusiva, innecesariamente presente en casi todas las secuencias, subrayona. Ágora es una película notable a la que le sobran y le faltan cosas. Ojalá que tenga tirón para el gran público, que el éxito le permita a este singular director seguir abordando aventuras alejadas de lo convencional, que el mercado no le pase factura si no acaban de salirle las cuentas.

Celebro que me quede poco espacio para extenderme sobre los dos restantes títulos que ha exhibido en esta jornada la sección oficial, ya que nada bueno se puede contar de ellas. La filipina Kinatay, dirigida por el temible Brillante Mendoza, dedica dos horas insufrible a describir con imágenes oscuras la estupefacción de un chaval que aspira a entrar en la policía al constatar la relación umbilical entre ésta y un grupo de mafiosos de la prostitución, que torturan y descuartizan a una puta que ha intentado estafarles. Todo navega entre lo confuso y lo tedioso. Jonny Hallyday protagoniza Venganza, dirigida por el chino Jonnie To, señor al que los festivales le profesan incomprensible culto. Este profesional en intendible cine negro, en delirios, efectismo chirriante y violencia sistemática mantiene sus incendiarias y cansinas características en la venganza de un antiguo asesino a cuya hija acaban de cargarse. O sea: más de lo mismo.

AUTOR: Carlos Boyero
FUENTE: El País
FOTO: Getty Images Europe

FESTIVAL DE CANNES 2009

AMÉNABAR IMPARTE UNA CLASE, LARGA Y PREMIOSA, DE "ASTRONOMÍA EMOCIONAL"
El tedio de Luis Martínez ante el estreno en Cannes de "Agora", la última densa superproducción española

Y llegó el día de 'Ágora'. El día del señor (el domingo, vamos), Amenábar presentó la más esperada de sus películas. Estamos delante de una producción de 50 millones de euros (grande, grandísima, para los usos y costumbres españoles) que arremete, con armas y bagages, contra todo lo que se mueve: la religión, el dogmatismo, la intransigencia, la ignoracia... Todas las enfermedades del alma, vamos. En palabras del propio director, "Asuntos todos muy de actualidad".

Eso sí, la cinta discurre en el siglo IV de nuestra era y se detiene en narrar los últimos días de Alejandría a través de los ojos de Hipatia, la filósofa (bien Rachel Weisz). Si se prefiere, cuenta el inicio de eso oscuro que se llamó Edad Media. Si se quiere, estamos delante de la narración detallada de cómo los cristianos pasaron de perseguidos a un nuevo estatus (mucho más rumboso): perseguidores. Buen tema para el domingo pues.

Hasta aquí, todo en orden. La cinta se precipita, con gesto decicido, por un terreno movedizo, de riesgo. Como ya hiciera Kubrick con 'Espartaco', la idea es convertir un género destinado al simple y puro solaz de incautos (es un 'peplum' con sus romanos con el pecho de lata) en algo diferente y, ya puestos, más respetable. De hecho, toda la película se alimenta de una contradicción: narrar un drama intimista entre el necesariamente espectacular derroche de decorados que exige el género.

Y así avanza, entre la Tierra (la lucha por el poder) y el cielo (la sabiduría de la filósofa Hipatia literalmente lapidada). De hecho, Amenábar recurre una y otra vez al recurso de elevar la cámara en círculos enormes desde el delta del Nilo (el lugar donde se asienta Alejandría) al ancho universo. Cosas de las metáforas: la idea del recorrido en elipse (que no en círculo) de los planetas alrededor del Sol, de la circularidad del tiempo histórico, reproducida en un único y majestusoso plano.

Las buenas noticias corren a cuenta del gusto por el detalle, la cinematografía elegante, el discurso pausado y las interpretaciones ajustadas a la intensidad del momento. Un cineasta, vamos. Las otras, las malas (que las hay), son producto del permanente estado anti-climax al que el director somete al espectador. Por primera vez en la filmografía de Amenábar, la historia no avanza, no hay tensión, la narración está detenida en un extraño empeño por impartir una larga clase de historia de la ciencia.

De hecho, el juego es ése: de un lado, la filósofa atrapada en su necesidad de saber; del otro, el fanatismo prisionero de su necesidad de sangre. La primera parte termina por resultar en exceso premiosa, demasiado cerca de un documental de National Geographic; y la segunda, demasiado obvia. El prólogo de la película dura exactametne una hora. Sesenta minutos para lo que debería haberse resuelto en diez.

Dice Amenábar que, a estas alturas, ya no puede juzgar su película. Probablemente, eso le ocurre a cualquier director. Después de tanto tiempo, donde debería entender él mismo su historia, sólo ve "un detalle, una ventana" (palabras suyas). Por alguna razón, eso mismo le pasa al espectador: donde debería ver el drama entero de la humanidad encarnado en una protagonista brutalmente asesinada, ve, además de eso, el lento transcurrir de una larga clase de astronomía. Pura contradicción. El director lo llama "astronomía emocional". El resultado es mucha astronomía y poca emoción.

AUTOR: Luis Martínez
FUENTE: El Mundo

FESTIVAL DE CANNES 2009

SCORSESE, AL RESCATE DEL CINE PERDIDO
El presidente de la World Cinema Foundation pide apoyos para recuperar títulos en peligro de desaparición - El certamen dedica un ciclo a sus hallazgos

Como un Indiana Jones, pero sin látigo y con gafas de pasta negra, recorre el planeta Martin Scorsese en busca del arca perdida del cine mundial. Malí, Turquía, Dubai, Egipto, Brasil, China, Estados Unidos... y por supuesto, Cannes, son las etapas de su periplo como presidente de la World Cinema Foundation, la institución que el director de Toro salvaje y Uno de los nuestros -uno de los dos o a lo sumo tres clásicos del cine en vida, para entendernos- puso en marcha hace dos años aquí mismo, en el primer festival del mundo. Su objetivo: localizar, primero, restaurar después y finalmente exhibir aquellas películas que el paso del tiempo y el empeño de la desidia se ha encargado de poner en peligro de muerte.

Ayer, de visita en el Cannes que le aupó a la gloria en 1976 -Palma de Oro para "Taxi driver"- Scorsese lanzó una nueva llamada al rescate del cine perdido u olvidado. Aun siendo realista, aun siendo consciente de que "muchos países, en la era en que vivimos, tienen cosas mucho más importantes que hacer que preservar su patrimonio cinematográfico, porque sus prioridades son el hambre o la sostenibilidad del medio ambiente".

Su presencia en el festival se debe también a su papel de maestro de ceremonias en la sección Cannes classics, creada en 2004 y que cada año muestra películas recuperadas y restauradas: los viejos amantes de Jacques Tati, por ejemplo, tendrán la ocasión de ver una restaurada Las vacaciones del señor Hulot, y ayer mismo le tocó el turno a Las zapatillas rojas, de Michael Powell y Emeric Pressburger, presentada por Scorsese en el escenario. Una película recurrentemente citada por autores como Brian De Palma o Steven Spielberg como chispazo inspirador de sus carreras.

"La restauración y salvación de películas es una batalla ardua, porque siempre nos falta tiempo", explicó Scorsese en Cannes. "Como saben, el cine vive sobre un soporte delicado que se deteriora si no es bien almacenado, y si la situación en un país como Estados Unidos ya es preocupante en ese sentido, imaginen lo que ocurre en países que no pueden permitirse estas operaciones de rescate: estamos perdiendo irremediablemente muchas grandes películas de la historia del cine". Scorsese puso el dramático ejemplo del cine mudo hecho en Estados Unidos, "del que ya se ha perdido casi un 90%", dijo. O la versión íntegra de Juana de Arco, de Dreyer, perdida entre 1932 y 1981 hasta que fue hallada en una alacena de un manicomio danés...

El combate cazapelículas de Scorsese sigue adelante, en estrecha colaboración con Gianluca Farinelli y su equipo del Archivo Cinematográfico de Bolonia. También con las empresas B-Side y The Auteurs (una gigantesca filmoteca en la Red, www.theauteurs.com), que procurarán la exhibición de las películas que la WCF vaya rescatando del olvido. "Porque lo fundamental no es sólo que las películas sean localizadas, restauradas y salvadas... Además tienen que ser mostradas a la gente. Si no, no tiene ningún sentido", explica Martin Scorsese, que sacará tiempo de donde sea para seguir ejerciendo de Indiana Jones. Y eso, a pesar de estar inmerso en la posproducción de su película Shuttter island y de un documental sobre George Harrison, y en la preproducción de Silence... Además de ese proyecto en ciernes sobre la vida de Frank Sinatra (con un más que probable Leonardo DiCaprio en la piel del mejor crooner de la historia), y del que Martin Scorsese no quiso soltar prenda más allá de "es un viejo proyecto", aunque Universal lo confirmaba ayer mismo en un escueto comunicado.

AUTOR: Borja Hermoso
FUENTE: El País
FOTO: Pascal Le Segretain/Getty Images Europe