por Emanuel Ramos R.
Como dijo el escritor y poeta nacido en Sète, Paul Valèry "El hombre es mucho más complicado que su pensamiento”; y en el caso de Luis La Hoz, este aventurero maniático del tacho de basura, aedo estricto y cuidadoso en su obra, desertor del ripio, característico en los de su generación del 70, barrioaltino de nacimiento, nos recibe en la calidez de su hogar, de la húmeda y bohemia Barranco, más húmeda y gris, especialmente en estas mañanas de invierno, donde la modernidad de las construcciones aledañas nos dan una desapacible atmósfera, con su estruendo martillar como banda sonora, hacen la vez de involuntario acompañante de este encuentro esperado, La Hoz, se revela como un cristal transparente, nos nuestra su pensamiento, igual de lucido, pero menos condensado que su poesía, menos enmarañado y más limpio y claro, tan generoso que emociona; bueno, es un verdadero poeta.
La Hoz nada contra la corriente, a causa de su sinceridad que es evidente, por eso su estilo difiere opuestamente a los de su década “No pertenezco a ningún movimiento, ni me adherí a sus manifiestos. Yo he sido más estricto en mi obra, soy muy cuidadoso, no me interesa apresurarme, soy muy consciente del trabajo literario”; es por ello que muchas de sus obras como “Ángel de hierro”, “Los Adolescentes”, son publicadas posteriormente a su tiempo, pero mantienen el espíritu del momento “Mi poesía se ha ido condensando, a la pulpa, esa siempre ha sido mi línea; quitando el ripio. En mi época la poesía es muy ripiosa, el numero de teléfono, dirección, la medida de las niñas, hacer el amor debajo de una mesa, qué se yo” sin sobrantes, su lírica aspira a la calidad armónica y su insatisfacción constante lo lleva a una búsqueda decidida de la imagen perfecta, aunque ha decir de Bacon "No hay belleza perfecta que no tenga alguna rareza en sus proporciones." y quizá esta odisea casi utópica lo lleve a puertos difíciles y silentes “Creo que lo estoy logrando (lo perfecto) a menos que luego termine en el silencio y ese es un problema a veces y un peligro seguramente, existe un riego y hay que asumirlo”. A veces el silencio también es perfección y sabiduría.
En su último poemario “Geografía Inútil”, extrañamente escrito en estrofas y arte menor, este aedo moderno logra decir y plantear más cosas con menos palabras “El deber de uno es escribir bien no decir cojudeces”, a todas las luces esa condensación de la que nos habla, hace de que su estilo lacónico exprese con concisión y con sucintes versos que emocionen a lector. En su más reciente obra, La Hoz hace una descomposición escrupulosa y exigente de esos territorios en los que erró, en donde vivió, y murió, en donde sintió, en donde amó, sin utilidad, porque todo es vanidad en la vida, ya lo dijo el sabio rey de Israel, Salomón en Eclesiastés, ¡Vanidad de vanidades, todo es vanidad!. “Lo feo de Estados Unidos son los estadounidenses, y hablo del poder imperialista; es un país bellísimo, pero regrese asqueado y no quiero volver más” refiriéndose a su periplo por el país de The Uncle Sam, al cual hace referencia en su “Geografía Inútil”, dándonos una muestra de su posición clara y honesta, comprometida y coherente con sus lineamientos “Trabajé en la Juventud Comunista Peruana” y al insinuarle que si alguna vez piso la línea más al centro pegado a la derecha “Yo nunca he cambiado mi manera de ver el mundo en cuestiones políticas o ideológicas, han variado en algunas cosas como es lógico, pero mi corazón siempre va estar a la izquierda”.
“De chico me volvió loco Valèry, ese juego del simbolismo…[se emociona], versos a veces cortos, esas contraposiciones” al preguntarle su predilecta “La Joven Parca”, sus poemas…hum” este poeta galo al igual que los andaluces Bécquer y García Lorca, le evocan la añoranza, pero también la precisión en el oficio. Esa meditación y la melancolía de un invierno parisino “el invierno en Paris es espantoso, detrás de la ventana lloviendo, la nieve”, de la reflexión de la metáfora de Valèry quien es mencionado en “Geografía inútil” de esa meditación de la observación “La poesía es como mirar a través de una ventana. Uno elige mirar el vidrio, con el vaho y el polvo o lo que está fuera; eres tú mirando un cristal, Tú escoges. Qué iba hablar de Paris, no voy hablar de Torre Eiffel, de los Champs Elyssée” esa es lucidez que debe ser innato en todo poeta, que nunca debe dimitir de observar las calles con su razón o con su delirio. Siguiendo con Valèry que dice, “En toda cosa inútil hay que ser genial o no meterse con ella", La Hoz reflexiona “he hecho cosas buenas y cosas malas, he publicado buenos y malos libros como todos” y si alguna vez, en esa exploración hacia la perfección tuvo vuelos altos o usanzas espirituosas con mareos descomunales, desinteresado de las consecuencias nos dice “Yo me he metido de todo adentro, lo digo sin orgullo y sin estupidez, he intentando escribir zampado pero a mi no me sirvió, siempre he tenido la sensación que estaba por otro lado, por ahí no” en la lucidez de la corrección esta también la genialidad. Entonces acerca de la inspiración como un ente metafísico, la consideraría real “La inspiración existe es el fuego, lo importante es como la transformes en poesía. Caminando sale algo, y ahí viene el asunto, el barato perfume de la putas, el juego está en utilizar todos los instrumentos que te da la palabra, los recursos literarios, todas las alternativas, los subterfugios, los trucos, los hallazgos”, agrega “es el duende de Federico García (Lorca), el ángel de Rilke” el austriaco, Rainer Maria Rilke quizá uno de los poetas de más misticismo, a comienzos del siglo pasado, como dice el vate La Hoz, ser poeta es místico, ese fuego del que nos habla, no es suficiente y por eso luego indefectiblemente viene el trabajo literario, la labor de cincelamiento, pulir esa obra hasta alcanzar lo genial o talvez lo perfecto.
El florilegio llamado 10 aves raras de la poesía peruana, nace hace 30 años cuando una mañana en la que La Hoz caminaba por la calle de San Carlos, entró a una librería de viejo, husmeando entre los anaqueles, y encontró un librito gris que se titulaba “Los Puentes”, editado en México, en 1937 y que, como única información de su autor decía: Augusto Lunel, peruano (seudónimo de Augusto Gutiérrez), lo abrió, vio que era bellísimo. La sorpresa no fue única esa mañana, continuó con el husmeo y encontró una plaqueta “Idiota Apocalipsis” de Guillermo Chirinos Cúneo y los poemas eran extraordinarios, e instantemente se le vino la idea de encontrarlos, a estos poetas extraviados; “Como era posible que ellos no estén en una antología, una obra maravillosa”, en esta compilación que de por naturaleza es una ave raris, se encuentran vates como Vicente Azar, Pedro Gori, Patrick Rosas que se pueden decir más conocidos, o el entrañable Armando Artega, sorprendente vanguardista que tiene poemas que son reales joyas literarias, pero La Hoz señala “si pues, Arteaga es más clásico que yo, se puede ser clásico y vanguardista a la vez, uno toma de todos los libros, están ahí, todos los poetas también, y uno debe tomar lo mejor que tiene de cada uno, aprender y copiarlos”. El objetivo de esta obra a decir de su autor es “mostrar 10 poetas olvidados, ya sea por ellos mismos o por la crítica o por quien sea, pero que existen, y que hay gente que escribe, que no necesita del exitismo, no necesita ni de la televisión, de los medios o también es una metáfora de mi mismo, a mi no me gusta el autobombo”. Este es el carácter que pregona, eso de ser absolutamente sinceros y absolutamente solidarios “es la actitud de uno, no me interesa estar ahí en el foco, yo me arreglo con mis palabras, que ese es el compromiso, yo vine aquí para escribir, y de ahí me tengo que agarrar” y concluye diciendo sin aspaviento pero con integridad “caminar me da dolor todavía, y sí, espero que me de dolor siempre”.
“Creo que todo joven, debe tener maneras de aprender, estudiar, leer Inventarse determinados trucos al menos en la poesía; uno de mis trucos, de muchacho, tuve ese hallazgo, que me daba el trabajo de tomar un poema de Vallejo o de quien sea, lo imitaba en su forma, en su extensión y con otro tema, pero con el mismo sentido tratado obtener el mismo oído y utilizar las mismas figuras literarias, a los muchachos con los que converso le digo: agarren un poema y cópienlo, denle la vuelta” eso es valido, cuando se intenta hacer una obra mejor, y uno se experiencia siempre a copiado a los grandes, es parte de nuestro aprendizaje. La Hoz habla de las copias, nos cuenta una de sus tantas anécdotas con gran jocosidad “una vez copie un poema muy bello de Eliseo Diego, que se llama “Acercamientos” El maestro Eliseo vino acá a Lima y tuve el atrevimiento de ir a buscarlo, esperé a que terminase su presentación, cuando es muchacho es impertinente, le dije maestro se acuerda de su poema “Acercamientos” - el respondió: sí, como no - y le dije yo lo he copiado y el mío es mejor, ah y el viejo se pico” como diría François Voltaire "Una buena imitación es la más perfecta originalidad” y esta anécdota nos remite al caso de Bryce Echenique muy cuestionado en estos últimos días, y con esa soltura de chico de barrio nos dijo del escritor “sobre Alfredo Bryce prefiero no opinar, el alcohol es muy jodido” con esta frase ya no hay más nada que decir del tema.
Y como un viaje homérico de Itaca a Itaca, terminamos donde se inició su vida, en el barrio de Chirimoyo, y los olores, y las sensaciones, y las emociones de ese pasado mágico y maravilloso, atesorado en la memoria pero que los revive con es imagen de alegría y fiesta “Son muchas cosas, la fiesta de carnavales, la tina de la casa llena de globos con agua perfumada. Mi papá tenía sus perfumes que solamente lo tocaba para carnavales. Los señores se reunían cada uno tenía su perfume, el de mi papá era el perfume de sándalo, eso decía mi papá, pero llegue a descubrir que no era de sándalo, que él le había puesto sándalo a la vaina esa que hacía, era muy rica. El olor de pólvora en navidad. Todos los viejos, la cuadra se iluminaba era maravilloso. La señora Victoria Angulo que era comadre de mi abuela, mi abuela zamba negra, La señora Victoria Angulo la flor de la canela era su comadre, entonces en la fiesta de Cocharcas, iban y se armaba la jarana de tres días, yo la he visto bailar a la señora ya veterana, yo era chiquillo, la comida, los valses, toda la jarana” y vuelve a su barrio añorado” regreso sin pena a Barrios Altos, mis viejos ya se murieron, hubo un momento que no quise ir, cuando los viejo se mueren ahí es cuando uno se hace adulto realmente, ya no hay que rendir cuentas, hay que rendirle cuentas a uno mismo, Y entonces ahora he vuelto y me voy a jaranear de vez en cuando, Tengo algunos amigos que tocan muy bien y cantamos muy bonito valses, ya lo hago con melancolía pero ya no con tristeza”, cantará su rock n' roll de su juventud, recordando su trío que se llamaba “Dúo Fe y Garganta”, y también nos emocionará, lo recordáremos como un hombre bueno, como él lo desea, lacónico en su poesía pero expresivo en su hablar, lo recorrimos por la geografía de su vida, nos dejo la piel en este encuentro, y cerramos esta ventana de su intimidad, que nos fue útil, porque parafraseando a Valèry, lo más profundo que hay en el hombre es la piel, y Luis La Hoz es un poeta a flor de piel.
La Hoz nada contra la corriente, a causa de su sinceridad que es evidente, por eso su estilo difiere opuestamente a los de su década “No pertenezco a ningún movimiento, ni me adherí a sus manifiestos. Yo he sido más estricto en mi obra, soy muy cuidadoso, no me interesa apresurarme, soy muy consciente del trabajo literario”; es por ello que muchas de sus obras como “Ángel de hierro”, “Los Adolescentes”, son publicadas posteriormente a su tiempo, pero mantienen el espíritu del momento “Mi poesía se ha ido condensando, a la pulpa, esa siempre ha sido mi línea; quitando el ripio. En mi época la poesía es muy ripiosa, el numero de teléfono, dirección, la medida de las niñas, hacer el amor debajo de una mesa, qué se yo” sin sobrantes, su lírica aspira a la calidad armónica y su insatisfacción constante lo lleva a una búsqueda decidida de la imagen perfecta, aunque ha decir de Bacon "No hay belleza perfecta que no tenga alguna rareza en sus proporciones." y quizá esta odisea casi utópica lo lleve a puertos difíciles y silentes “Creo que lo estoy logrando (lo perfecto) a menos que luego termine en el silencio y ese es un problema a veces y un peligro seguramente, existe un riego y hay que asumirlo”. A veces el silencio también es perfección y sabiduría.
En su último poemario “Geografía Inútil”, extrañamente escrito en estrofas y arte menor, este aedo moderno logra decir y plantear más cosas con menos palabras “El deber de uno es escribir bien no decir cojudeces”, a todas las luces esa condensación de la que nos habla, hace de que su estilo lacónico exprese con concisión y con sucintes versos que emocionen a lector. En su más reciente obra, La Hoz hace una descomposición escrupulosa y exigente de esos territorios en los que erró, en donde vivió, y murió, en donde sintió, en donde amó, sin utilidad, porque todo es vanidad en la vida, ya lo dijo el sabio rey de Israel, Salomón en Eclesiastés, ¡Vanidad de vanidades, todo es vanidad!. “Lo feo de Estados Unidos son los estadounidenses, y hablo del poder imperialista; es un país bellísimo, pero regrese asqueado y no quiero volver más” refiriéndose a su periplo por el país de The Uncle Sam, al cual hace referencia en su “Geografía Inútil”, dándonos una muestra de su posición clara y honesta, comprometida y coherente con sus lineamientos “Trabajé en la Juventud Comunista Peruana” y al insinuarle que si alguna vez piso la línea más al centro pegado a la derecha “Yo nunca he cambiado mi manera de ver el mundo en cuestiones políticas o ideológicas, han variado en algunas cosas como es lógico, pero mi corazón siempre va estar a la izquierda”.
“De chico me volvió loco Valèry, ese juego del simbolismo…[se emociona], versos a veces cortos, esas contraposiciones” al preguntarle su predilecta “La Joven Parca”, sus poemas…hum” este poeta galo al igual que los andaluces Bécquer y García Lorca, le evocan la añoranza, pero también la precisión en el oficio. Esa meditación y la melancolía de un invierno parisino “el invierno en Paris es espantoso, detrás de la ventana lloviendo, la nieve”, de la reflexión de la metáfora de Valèry quien es mencionado en “Geografía inútil” de esa meditación de la observación “La poesía es como mirar a través de una ventana. Uno elige mirar el vidrio, con el vaho y el polvo o lo que está fuera; eres tú mirando un cristal, Tú escoges. Qué iba hablar de Paris, no voy hablar de Torre Eiffel, de los Champs Elyssée” esa es lucidez que debe ser innato en todo poeta, que nunca debe dimitir de observar las calles con su razón o con su delirio. Siguiendo con Valèry que dice, “En toda cosa inútil hay que ser genial o no meterse con ella", La Hoz reflexiona “he hecho cosas buenas y cosas malas, he publicado buenos y malos libros como todos” y si alguna vez, en esa exploración hacia la perfección tuvo vuelos altos o usanzas espirituosas con mareos descomunales, desinteresado de las consecuencias nos dice “Yo me he metido de todo adentro, lo digo sin orgullo y sin estupidez, he intentando escribir zampado pero a mi no me sirvió, siempre he tenido la sensación que estaba por otro lado, por ahí no” en la lucidez de la corrección esta también la genialidad. Entonces acerca de la inspiración como un ente metafísico, la consideraría real “La inspiración existe es el fuego, lo importante es como la transformes en poesía. Caminando sale algo, y ahí viene el asunto, el barato perfume de la putas, el juego está en utilizar todos los instrumentos que te da la palabra, los recursos literarios, todas las alternativas, los subterfugios, los trucos, los hallazgos”, agrega “es el duende de Federico García (Lorca), el ángel de Rilke” el austriaco, Rainer Maria Rilke quizá uno de los poetas de más misticismo, a comienzos del siglo pasado, como dice el vate La Hoz, ser poeta es místico, ese fuego del que nos habla, no es suficiente y por eso luego indefectiblemente viene el trabajo literario, la labor de cincelamiento, pulir esa obra hasta alcanzar lo genial o talvez lo perfecto.
El florilegio llamado 10 aves raras de la poesía peruana, nace hace 30 años cuando una mañana en la que La Hoz caminaba por la calle de San Carlos, entró a una librería de viejo, husmeando entre los anaqueles, y encontró un librito gris que se titulaba “Los Puentes”, editado en México, en 1937 y que, como única información de su autor decía: Augusto Lunel, peruano (seudónimo de Augusto Gutiérrez), lo abrió, vio que era bellísimo. La sorpresa no fue única esa mañana, continuó con el husmeo y encontró una plaqueta “Idiota Apocalipsis” de Guillermo Chirinos Cúneo y los poemas eran extraordinarios, e instantemente se le vino la idea de encontrarlos, a estos poetas extraviados; “Como era posible que ellos no estén en una antología, una obra maravillosa”, en esta compilación que de por naturaleza es una ave raris, se encuentran vates como Vicente Azar, Pedro Gori, Patrick Rosas que se pueden decir más conocidos, o el entrañable Armando Artega, sorprendente vanguardista que tiene poemas que son reales joyas literarias, pero La Hoz señala “si pues, Arteaga es más clásico que yo, se puede ser clásico y vanguardista a la vez, uno toma de todos los libros, están ahí, todos los poetas también, y uno debe tomar lo mejor que tiene de cada uno, aprender y copiarlos”. El objetivo de esta obra a decir de su autor es “mostrar 10 poetas olvidados, ya sea por ellos mismos o por la crítica o por quien sea, pero que existen, y que hay gente que escribe, que no necesita del exitismo, no necesita ni de la televisión, de los medios o también es una metáfora de mi mismo, a mi no me gusta el autobombo”. Este es el carácter que pregona, eso de ser absolutamente sinceros y absolutamente solidarios “es la actitud de uno, no me interesa estar ahí en el foco, yo me arreglo con mis palabras, que ese es el compromiso, yo vine aquí para escribir, y de ahí me tengo que agarrar” y concluye diciendo sin aspaviento pero con integridad “caminar me da dolor todavía, y sí, espero que me de dolor siempre”.
“Creo que todo joven, debe tener maneras de aprender, estudiar, leer Inventarse determinados trucos al menos en la poesía; uno de mis trucos, de muchacho, tuve ese hallazgo, que me daba el trabajo de tomar un poema de Vallejo o de quien sea, lo imitaba en su forma, en su extensión y con otro tema, pero con el mismo sentido tratado obtener el mismo oído y utilizar las mismas figuras literarias, a los muchachos con los que converso le digo: agarren un poema y cópienlo, denle la vuelta” eso es valido, cuando se intenta hacer una obra mejor, y uno se experiencia siempre a copiado a los grandes, es parte de nuestro aprendizaje. La Hoz habla de las copias, nos cuenta una de sus tantas anécdotas con gran jocosidad “una vez copie un poema muy bello de Eliseo Diego, que se llama “Acercamientos” El maestro Eliseo vino acá a Lima y tuve el atrevimiento de ir a buscarlo, esperé a que terminase su presentación, cuando es muchacho es impertinente, le dije maestro se acuerda de su poema “Acercamientos” - el respondió: sí, como no - y le dije yo lo he copiado y el mío es mejor, ah y el viejo se pico” como diría François Voltaire "Una buena imitación es la más perfecta originalidad” y esta anécdota nos remite al caso de Bryce Echenique muy cuestionado en estos últimos días, y con esa soltura de chico de barrio nos dijo del escritor “sobre Alfredo Bryce prefiero no opinar, el alcohol es muy jodido” con esta frase ya no hay más nada que decir del tema.
Y como un viaje homérico de Itaca a Itaca, terminamos donde se inició su vida, en el barrio de Chirimoyo, y los olores, y las sensaciones, y las emociones de ese pasado mágico y maravilloso, atesorado en la memoria pero que los revive con es imagen de alegría y fiesta “Son muchas cosas, la fiesta de carnavales, la tina de la casa llena de globos con agua perfumada. Mi papá tenía sus perfumes que solamente lo tocaba para carnavales. Los señores se reunían cada uno tenía su perfume, el de mi papá era el perfume de sándalo, eso decía mi papá, pero llegue a descubrir que no era de sándalo, que él le había puesto sándalo a la vaina esa que hacía, era muy rica. El olor de pólvora en navidad. Todos los viejos, la cuadra se iluminaba era maravilloso. La señora Victoria Angulo que era comadre de mi abuela, mi abuela zamba negra, La señora Victoria Angulo la flor de la canela era su comadre, entonces en la fiesta de Cocharcas, iban y se armaba la jarana de tres días, yo la he visto bailar a la señora ya veterana, yo era chiquillo, la comida, los valses, toda la jarana” y vuelve a su barrio añorado” regreso sin pena a Barrios Altos, mis viejos ya se murieron, hubo un momento que no quise ir, cuando los viejo se mueren ahí es cuando uno se hace adulto realmente, ya no hay que rendir cuentas, hay que rendirle cuentas a uno mismo, Y entonces ahora he vuelto y me voy a jaranear de vez en cuando, Tengo algunos amigos que tocan muy bien y cantamos muy bonito valses, ya lo hago con melancolía pero ya no con tristeza”, cantará su rock n' roll de su juventud, recordando su trío que se llamaba “Dúo Fe y Garganta”, y también nos emocionará, lo recordáremos como un hombre bueno, como él lo desea, lacónico en su poesía pero expresivo en su hablar, lo recorrimos por la geografía de su vida, nos dejo la piel en este encuentro, y cerramos esta ventana de su intimidad, que nos fue útil, porque parafraseando a Valèry, lo más profundo que hay en el hombre es la piel, y Luis La Hoz es un poeta a flor de piel.